domingo, 3 de febrero de 2013

Cinco lecturas, Cinco valoraciones.


Bueno, a pesar de los intentos de boicot para que mi aparición llegara a esta página (la contraseña fue cambiada horas antes de mi intento de publicación), aquí están, todas de una, mis cinco aportaciones al blog.
La razón para que haya decidido ponerlo junto es que he intentado hilvanarlo todo de manera que pudiera ser considerado un mismo gran trabajo sobre cinco lecturas y cómo éstas podrían ser tratadas o ayudarnos en el aula.
Empiezo…



Campos de Fresas



Siendo un libro del que se ha tratado bastante en clase y que, parece ser, mucha gente hemos escogido para su lectura, yo me quiero centrar en un punto que a mi ver es importante más que en la simple reseña del argumento… ¿Por qué elegir este libro para nuestros alumnos?
La respuesta debería de ser obvia ya que nos encontramos ante un libro de carácter juvenil y adolescente escrito de una muy buena manera y siendo considerado “literatura” más allá de algunos libros que frecuentan nuestros “alumnos” actuales…
Pero no, quiero ir más lejos. Actualmente existen multitud de libros de literatura infantil y juvenil. Casi diría que sale más de uno diariamente sólo en nuestro país y “Campos de Fresas” fue editado por primera vez en el 1997, hace ya más de 15 años…
Entonces ¿por qué éste?
La respuesta la tenemos que buscar en el tema central que rodea al libro, que no es otro que el de las drogas.
Nuestros alumnos viven en un mundo demasiado moderno al que algunos casi no se llegan a afianzar bien a todo lo que les sucede alrededor porque lo descubren a edades muy tempranas y sabemos que los padres no siempre están pendientes de los problemas de sus hijos bien por desinterés o, mayormente, porque sus propios hijos se los ocultan.
Entonces ahí entra el papel del educador en el aula. Nosotros tenemos como objetivo fundamental que nuestros alumnos lean, pero tampoco podemos olvidar el hecho de que debemos educarles como buenas personas para la sociedad, con lo que este libro podría cumplir esa doble función.
Jordi Sierra i Fabra, el autor, trata el tema de la droga desde una perspectiva que a los adolescentes se les suele contar para asustar y que ellos piensan que nunca les sucederá: Ese “fallo” de la droga, ese “minúsculo” porcentaje de gente que consume que tiene un problema en el organismo y que acaba en el hospital pudiendo llegar incluso a morir.
Así nos sumerge en lo que sucede por las cabezas de los adolescentes, (amiga, amigos, novio, hermana pequeña…), e incluso de la pobre afectada que está en coma en el hospital. Esta es una manera bastante efectiva de, utilizando un lenguaje bastante juvenil que de momento no está tan pasado de moda, meter a los alumnos en el papel del personaje con el que más simpaticen y, con esto, concienciarles siempre más que con una de las típicas charlas anti-drogas programadas que algunas veces se tienen en las aulas.
Después está nuestra tarea en el aula para reforzar este mensaje mediante actividades que les hagan ver lo peligroso de las drogas para poder, de esta manera, concienciarles y evitar que consuman algo que no les va a traer ningún bien.
Aparte, Jordi Sierra i Fabra toca de lado el tema de la bulimia. A mi ver, el autor no encontraba material para escribir toda una novela sobre el tema en el momento y le faltaba algo más de “chicha” para “Campos de Fresas”, porque me parece un “pegote” sin mayor argumento que el decir que la chica está mal y que, al escuchar que su amiga está en coma, se empieza a encontrar mejor porque lo hace “por ella”.
¿Que se puede utilizar en el aula? Claro, no debemos dejar pasar la oportunidad de concienciar a nuestros alumnos sobre un problema que les puede afectar a alguno de ellos o de sus conocidos para que sepan cómo enfrentarse a él, cómo reaccionar y cómo tratarlo, pero no lo considero de una vital importancia para el libro.
Yendo un poco a cosas que se nota demasiado que están puestas “por obligación”, nos podemos fijar en las voces adultas del libro… No quiero decir que al autor se le dé mal escribir con voz de adulto, sino que en este caso, a mí me ha parecido demasiado claro que quería “informar” sobre datos en muchas ocasiones o simplemente utilizar al adulto como “empujón” para que los jóvenes reaccionaran como lo hacen.
Así y todo, considero que el libro es más que adecuado para su trabajo en el aula por la innegable oportunidad que nos da de tratar el tema de las drogas desde un punto de vista casi fatalista (pedir un final “no-feliz” casi habría sido depresivo para nuestros alumnos, pero…). Por esto, y por el hecho de que, pese a los cambios que ha sufrido la sociedad desde 1997, el libro sigue vigente con los míseros cambios de pesetas por euros o la no-aparición de smartphones, yo lo recomendaría activamente al profesor que quiera abrir este tipo de debates en su aula.






Años difíciles



En este caso me referiré a “Años difíciles” de Juan Farias y hablaré del tema de la guerra para con los niños.
En primer lugar querría dejar claro que, una vez leído el libro, lo catalogaría más de “literatura infantil” y no juvenil, porque, si bien yo a mi edad me lo he podido leer y disfrutar tanto como el autor querría, está escrito de cierta manera que recuerda en todo momento a los libros para los más pequeños, por lo que nuestros alumnos de bachiller (e incluso tercero y cuarto de la E.S.O.) podrían sentirse “ofendidos” y dejar de leer un libro tan pequeño y tan sencillo como éste.
El primer factor que encontramos para catalogar de esta manera al libro es que el lugar donde transcurre la obra es completamente inventado: “Media Tarde”.
Sí, estoy completamente de acuerdo en que los alumnos leen/escuchan/ven muchísimas historias sobre lugares inventados y lo hacen con bastante avidez, pero se trata de “grandes lugares inventados”. Un pueblo de un país de nosesabe con un nombre tan sencillo como “Media Tarde” no puede rivalizar de ninguna manera en sus mentes con la fastuosidad de la Tierra Media repleta de magia de Tolkien, con la Narnia maravillosa a la que se accede mediante un armario, a la Fantasía de la Historia Interminable de Ende o a muchas más por el estilo.
El siguiente argumento que esgrimo para esta afirmación es la misma técnica con la que está escrita el libro. Para empezar el protagonista que rememora la historia es un niño pequeño, Juan de Luna, que no entiende casi nada y por eso se le tiene que explicar todo, lo que nos vendría muy bien para nuestros alumnos más pequeños…
Y después el libro está escrito, sí, pero casi debiera ser leído a los más niños como una historieta. Tiene características de la literatura oral popular posible que me pueda acordar ahora como el hecho de repetir hasta la saciedad los sujetos una y otra vez e incluso alguna que otra frase como si hablara con el mismo lector o con un auditorio.
Por esto digo firmemente que, de elegir este libro para nuestras clases, debiera ser para las de los más jóvenes para evitar el rechazo que podrían experimentar los más mayores, pero afirmo que me parece una muy buena lectura para los más “peques”.
¿Por qué? El tema que trata, la guerra, se puede ir tratando en clase de la manera más didáctica posible para que vayan entendiendo, de la mano de Juan de Luna, los sinsabores de las guerras que, desgraciadamente, siempre son tema de actualidad.
Además, otro rasgo que nos hace pensar que está escrito para los más jóvenes y que nos ayuda a introducir sin censuras el libro en la clase es el hecho de que la guerra en ningún momento “asola” el pueblo. Siempre dice y repite que la guerra nunca llegó a Media Tarde más que de lado, yendo a reclutar a toda la juventud capaz u hombres mayores todavía no ancianos.
Este factor es el que utiliza el autor para introducir la desgracia en la familia del protagonista mediante la escapada de su padre con otros tantos del pueblo al monte por negarse a marchar al frente. De aquí saldrá un tiempo de rebeldía y el inevitable momento en el que los descubren y los ejecutan en el mismo monte por un oficial que “tiene prisa” por acabar lo que tiene que hacer.
Pero, así y todo, el autor no lo trata de una manera trágica y desgraciada que pudiera llegar incluso a hacer llorar a algún pequeño lector (creo yo, siempre hay gente más sensible) sino que lo comenta como algo que ya pasó, que ya está completamente superado por el pequeño protagonista porque cuenta la historia de mayor y que no repercute más que en la pena y llantos de su madre que, al momento de contar la historia, está refiriéndole las gestas del abuelo a los hijos del protagonista.
Es por esto que creo que es una buena lectura para un aula de primero o incluso segundo de la E.S.O., ya que los iniciaría un poco en la parte de la guerra que no suele salir en las películas de acción.

  



Memorias de una vaca



El caso de “Memorias de una Vaca” es parecido al anterior reseñado por mí de “Años difíciles”, pero ya con una vista más centrada en el alumno de mayor edad, al contrario que antes.
El caso, siendo también fantástico pues quien escribe las memorias es una vaca que, inexplicablemente pues no se dice nada al respecto en toda la obra, pueda hablar en la lengua humana. ¡O Sor Pauline Bernadette habla como las vacas! Bien pudiera ser esto último, aunque no creo que la monja le diera tiempo de aprender el “idioma vaca” y, encima, mezclarlo con el francés como lo hace en su propio idioma particular…
Y así nos adentramos en los primeros años de vida de una vaca que ha vivido el tiempo de la postguerra civil española en la zona vasca.
De nuevo, como sucedía en “Años Difíciles”, el autor evita tratar el aspecto más sangriento de la guerra, lo que nos evitará tratar esos aspectos en el aula, sabiendo que eso ya lo pueden ver de sobra los alumnos en las películas y series de televisión. Sin embargo, se aprovecha de la supuesta “tontedad” de las vacas (repetida hasta la saciedad por La Vache Qui Rit) para ir haciendo un pequeño juego constante de creación de expectativas e hipótesis con el lector que nosotros podemos aprovechar para hacer una lectura por tiempos en el aula.
De nuevo, como en “Años difíciles” se trata de un grupo de rebeldes escondidos en el bosque, aunque en este caso se trata de una guerrilla organizada y que tiene, mediante la granja donde pertenece Mo, nuestra protagonista, un complicado sistema de abastecimiento para que los contrarios no se enteren.
Al final eso se acaba y el autor habla de la pequeña aventura de nuestra vaca con su compañera hasta que ella se separa y la abandona. De esta segunda parte del libro podemos extraer una lectura sobre las fiestas populares que usan vaquillas para concienciar a los alumnos de que los animales no se divierten nada con la supuesta “fiesta” y que son unas barbaridades.
Finalmente, da el autor un pequeño toque de esperanza para las historias que nunca acaben y un consejo de escritura mediante el…

-          “… ¿Y qué hay que hacer para escribir très bien?
-          ¡Cualquiera sabe!
-          ¡Corregir, Mo! ¡Pulir, Mo! ¡Retocar, Mo!”

Y con esto acaba el autor, mediante la vaca quien usa por última vez en el texto uno de sus refranes vacunos inventados. Y quisiera aprovechar este apunte para compararlo con la obra comentada por mí de Jordi Sierra y Fabra, “Campos de Fresas” en la que comentaba que no le había visto fino a la hora de colocar la voz adulta en su libro. Sin embargo, aquí, no sólo el autor ha conseguido convencerme con sus diálogos (excepto el de Gafas Verdes que se limita a decir “Karral” y transmite la información que quiere el autor mediante las traducciones de La Vache) que, si una vaca hablara, lo haría de esta manera que refleja en la obra.
Sí, igual con esto le estoy echando un poco de fantasía y algo de subjetividad al comentario, porque alguien podría pensar lo contrario pero, lo que no sería capaz nadie de replicar es que Mo realmente tiene “hablares” de vieja con su retahíla de refranes y demás desvaríos.





Caperucita en Manhattan



En esta ocasión no voy a hablar de un tema central del libro sobre el que podamos trabajar en clase, sino del libro en sí y del cuento del que se extrae ya que considero que la antigua finalidad de avisar a las jovencitas de los peligros de los que las querían utilizar para el sexo (no olvidemos el cargado carácter sexual que tenía el lobo en la obra de Perrault y la moraleja que cierra la historia) se ha perdido.
La obra ante la que nos enfrentamos es toda una remodelación-actualización en toda regla del cuento antiguo (de Perrault, no de la versión de los hermanos Grimm, pues se ha eliminado la figura del Leñador que las rescata porque aquí no hace falta).
Martín Gaite lo que ha hecho ha sido dotar al cuento de una modernidad total al haberlo ambientado en el distrito de Manhattan y que los únicos bosques que salen sean los parques que en el mismo hay, metamorfosear al lobo en viejo millonario “tocado por la luz” de un personaje central en la historia que la autora se saca de la manga.
Y que nadie se piense que al decir la expresión “sacar de la manga” estoy minusvalorando a la figura de Miss Lunatic, pues considero que es importantísima para la obra que Martín Gaite ha escrito. Es ella quien introduce en la pequeña Sara Adler (ahora hablaremos del nombre de la pequeña protagonista) todas esas ideas y posibilidades mágicas de evadirse de la realidad que hacen que Sara no se enfrente a la escena que encuentra en casa de su abuela y salga a buscar ese reino “mágico” que para ella es la Estatua de la Libertad.
Si nos ponemos a mirar uno a uno los “temitas” que se pueden ver en el libro podríamos llegar a criticar que Sara, de apenas diez años, sale sin autorización sola por la terrible Manhattan, que se pasea por algunos de los parques más peligrosos de noche, que se escapa del adulto que  la cuida, que finalmente parece que incluso abandona el domicilio familiar en pos de una nueva vida con Miss Lunatic siguiendo sus ansias de aventura…
Así que yo no optaría por esa opción, claramente.
Podríamos referirnos en la clase al tema de la modernización de los viejos cuentos porque eso les daría pie a conocer los viejos para poder mejorarlos a su manera y que experimentasen un pequeño episodio escritor. Tal vez así les daríamos un pequeño empujoncito que después les ayudara a seguir haciéndolo, ¿Quién sabe?
Pero ahora, como final de este comentario, para enlazar con el siguiente, quiero hablar un poco del intertexto.
Es sabido por todos, la misma autora nos pone de relieve esos datos mencionándolo por boca de la misma Sara que se ha leído la obra, los parecidos de nombres que tenemos entre esta obra y la caperucita del cuento de Perrault. Esos son obvios, sí.
Pero además, la pequeña utiliza mucho las obras de Alicia en el País de las Maravillas y  Robinson Crusoe para hablar de sus problemas o con Miss Lunatic… De nuevo, estas referencias quedan claramente detalladas en el libro mediante preguntas y comentarios que los personajes se hacen en la novela, pero…
¿Alguien se ha fijado en el apellido de la pequeña protagonista?
Adler. Su nombre es Sara pero su apellido, pudiendo haber elegido el archi-presente Smith que parece tanto le gusta a los americanos, escoge ese…
¿A nadie le suena todavía?
Daré otra pista. No sólo la abuela, sino también Miss Lunatic, Mister Woolf e incluso el cochero de éste, mencionan que es una niña muy inteligente, de las que más han visto en su vida…
Muy bien, acabo la adivinanza para quien hay ido creando expectativas.
Yo la he relacionado claramente con Irene Adler, el personaje de Sir Arthur Conan Doyle en las novelas de Sherlock Holmes. (“Escándalo en Bohemia” para quien no lo conozca y quiera darle una oportunidad). Las semejanzas son claras a mi ver, ¿Sí? ¿No?
Podrá hablar de ello quien posea ese tipo de intertexto o algún otro que le haga pensar que el personaje puede estar inspirado en otro distinto…




Días de Reyes Magos



Y de ahí pasamos al tema del intertexto que todo lector tiene (mayor o menor hasta casi su no-existencia, pero todos tenemos uno).
Y considero que la obra que ahora presento es una de las mejores para tratar de motivar a nuestros alumnos a que aumenten cada uno el suyo respectivo.
Días de Reyes Magos (la sigo recomendando a aquellos profanos que todavía no se la hayan leído) es todo un tratado de grandes obras que se van entremezclando de manera que, si uno no poseyera ese intertexto que es necesario (se mencionan los títulos a lo largo de todo el libro) no le podría sacar todo el jugo que la obra puede dar de sí.
Hay algunas cosas explicadas, está claro, el autor tampoco quería ser tan enigmático ni oscuro como para que sus lectores, mayoritariamente alumnos de bachillerato recomendaría yo, no pudieran cazar ni una.
Pero, para empezar, el protagonista se llama Uli y se embarca sin saberlo en una “iniciación libráica” a cargo de un ciego que le hace ser su “lazarillo” mientras él le recita “El Quijote” en dos bellos romances muy bien tratados y le hace que le lea algunas de las obras más famosas de la literatura universal.
¿Notáis ya de lo que os estaba hablando?
Este ciego le inicia en los caminos más espectaculares de la literatura tanto española como universal y lo hace de una manera en la que va fomentando la curiosidad del chico de tal manera que es él mismo el que se inicia sin más que unas breves indicaciones del maestro. El ciego oficia el cargo de Maestro de Ceremonias como he dicho, pero toda la acción la realiza el chaval ayudado tanto por su madre como por su amiguísima Cali, su maestra de literatura…
¿Y qué pueden aprender los alumnos con todo esto? No sé cómo será el caso de todos y cada uno de los alumnos, porque para gustos los colores, pero yo sentí unas ganas irresistibles de leerme las obras que todavía me faltan de la lista (“La guerra de los botones” de Pergaud, por ejemplo) para poder entender mejor las comparaciones y situaciones que se cuentan a lo largo del libro.
Y nosotros necesitamos que nuestros alumnos lean. Queremos que lean y que, encima, si es posible, lean literatura de calidad. ¿Qué mejor que este libro donde se tratan tantos y tantos libros buenos aunque no sean todos de nuestra literatura? Una vez conseguido que, mediante un simple libro de literatura juvenil (utilizo “simple” sin ánimo de ofender a nadie) nuestros alumnos se embarquen en la lectura de La Odisea, Don Quijote de la Mancha, La Guerra de los Botones, El Club de los Poetas Muertos, La Divina Comedia… ¿Cómo no podremos conseguir que se lancen a por los libros que nosotros queramos?
Además, podemos hacer en las clases una serie de actividades para incentivar esa motivación por agrandar su intertexto y poder entender todas las referencias del libro, lo que nos daría mucho juego. Por ejemplo, sin ir más lejos que la última que he citado, La Divina Comedia sale con una referencia que dice así:
“Como le dijo Virgilio a Dante, tú mira y pasa”.
Nada más. Pero… ¿Quién es Virgilio? ¿Y Dante? Si alguien sin el intertexto necesario pasa por encima de esa frase, pudiera pensar que son dos amigos y que uno ha ido a la casa del otro a ver el fútbol, no sé… Pero con el conocimiento sobre La Divina Comedia podemos empezar a hacernos una idea de que va a haber algún tipo de misterio iniciático como al que Virgilio somete a Dante al pasearlo por Infierno y Purgatorio.
Finalmente, para no extenderme más sobre la inmensa capacidad que puede darnos este libro sobre unos alumnos de bachillerato (un poco más pequeños también sería posible, pero no más para que no se encuentren en la tesitura de no entender NADA, lo que los desilusionaría y les crearía rechazo), diré que éste debería ser el libro “punto de partida” para todo aquel que quiera motivar a sus alumnos en el tema de mejorar y ampliar su intertexto.


 Y así...

 ...llegamos al final de mi participación en el blog. Un sólo post, cinco libros, cinco opiniones y valoraciones que espero que, en algún momento, puedan facilitar la ayuda de alguien (compañero de máster, de "futura" profesión o incluso de algún lector despistado que haya venido a dar con sus huesos a nuestro blog).











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