jueves, 31 de enero de 2013

tres cuentos de hadas


El libro,  como indica su propio título,  está formado por   tres cuentos de hadas   cuya lectura permite    evocar los ecos de la infancia que trasportan fácilmente  al lector  a mundos mágicos y de ensoñación,    únicamente accesibles desde la fantasía, en los  que , al margen de la   conexión  del hombre con la naturaleza,  se pueden encontrar  seres sobrenaturales ( hadas, dragones ) y  objetos  fantásticos. En el libro, y a través de  los distintos cuentos,  no sólo se relatan historias,   también  se describen de forma  magistral diferentes atmósferas y  paisajes,   tiñéndolos de un halo de nostalgia y melancolía,   al tiempo  que aparecen   dotados  de un carácter mágico , fantástico y maravilloso ; dicha descripción   provoca   que   en el lector se despierte la imaginación,  atraído por la fascinación mágica  que   constituye  el sustrato de los   cuentos.  El libro  está escrito  con la característica prosa de   su autor,  clara y dotada de cierto lirismo,   en   la   que  predominan palabras relacionadas  con  la naturaleza, así como imágenes sensoriales; todo   ello narrado    con recurso, en ocasiones, al humor y la ironía. La magia que encierran las tres historias mencionadas mantiene atrapado al lector desde el principio hasta el final.


El primer cuento (El vuelo del ruiseñor) relata  la historia de una amistad  inquebrantable  entre una niña de siete años (Laura)   y un ruiseñor; amistad que se inicia  cuando   la primera  rescata al segundo  que   estaba   atrapado en una red. Se hacen amigos y por las noches el pájaro entra en su habitación para estar con ella.  Los lazos entre   la  niña  y el ruiseñor se intensificarán cuando la niña contrae una  grave enfermedad.  El ruiseñor,   cuyo canto embarga  de felicidad  a cuantos    lo  escuchan, emprenderá  un largo viaje  para conseguir las  bayas   que constituyen  la   única posibilidad de   salvar a la niña. A pesar del sufrimiento por la   dificultad  del viaje, y sostenido por una  fuerza inquebrantable   alimentada  por  la relación de amistad que mantiene   con la niña,  conseguirá   su objetivo de retornar   con las bayas,  muriendo después de llegar a la casa. Gracias a la fidelidad y sacrificio del ruiseñor  la niña   logrará   recuperarse, convirtiéndose   con el tiempo en  una célebre  cantante   perpetuando, a través de  cada una de sus actuaciones,  un    sencillo  homenaje al ruiseñor.

El segundo cuento (El hada que quería ser niña) es la historia de  un hada   que  se apropia del cuerpo  de una niña (Cristina)  cuando ésta  muere en el bosque, continuando   su existencia como  si todavía viviera.   Gracias a esta estratagema el hada será capaz de  experimentar  el sentimiento del amor  y cariño humanos, sobre todo   en su relación con la madre de la niña. Con el tiempo las cosas se   complicarán, debiendo   el hada y la madre de la niña   cambiar de ciudad para evitar los murmullos de la gente  generados, en algunos casos,   por los comportamientos extravagantes del hada  y, en otros,  por  algunos hechos extraordinarios (como, por ejemplo,    el   de que   la niña parecía no crecer); comportamientos y hechos   que la madre, cegada por el amor a la que cree  ser su hija, será   capaz de pasar por alto, restándoles importancia.  Cuando  la madre  muere, el hada  podrá     comprender  la tristeza,   volviendo al bosque.

El tercer cuento (El Príncipe amado) cuenta la relación de Emilia (mujer muda que es dada a un labrador cuando era pequeña) con un dragón, iniciada   en la niñez, y la problemática que eso conlleva;   ni cuando Emilia se casa con un príncipe  (Gonzalo) puede  apartar de   su mente  al dragón, y  su marido,   celoso,  lo mata. Ella queda embarazada  y   da luz a un   niño -  Alex -     muy hermoso   pero con     ciertos rasgos de dragón; niño que, inicialmente escondido por Gonzalo, tras ser  liberado  enamorará/hechizará a todas las mujeres  hasta que la hija de   quien fue su carcelero    acometa la tarea   de acabar  con el maleficio de  seducción  sobre las mujeres.


Estos cuentos  son de  fácil lectura y comprensión,   al tiempo que estimulan la  fantasía, la curiosidad y la imaginación, potenciando  el conocimiento  de la dinámica narrativa de los cuentos y  de los campos  léxicos que encierran los mismos,   a la vez  que  resaltan el valor del contacto del hombre   con la   naturaleza. Considero que la magia y la fantasía son elementos claves en estos relatos,  destacando    el mundo de los  sentimientos.

Se trata, a mi   modo   de ver,   de un libro idóneo para trabajar  en el 1er curso de  la ESO  por su sencillez, por su conexión con temas e historias   que se relacionan con el mundo mágico y personajes fantásticos clásicos, y por la facilidad de suscitarse,   a través del mismo,  la reflexión sobre alguno de los grandes problemas de la vida.

Tengo miedo.

Cuando de noche llaman a la puerta, de Xavier P. Docampo.

Nieves Castells

Título original: Cando petan na porta pola noite, de Xavier P. Docampo. 1994.
Traducción de Rafael Chacón Calvar.
Editorial Anaya, Madrid. Colección El Duende Verde. 2ª Edición: septiembre de 1997.
Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 1995.
Ilustraciones de Xosé Cobas.


Xavier P. Docampo (Rábade, Lugo, 1946) es maestro, ya jubilado. Su trabajo en favor de la cultura gallega ha conocido diferentes ámbitos de actuación: autor de Literatura Infantil y Juvenil, de libros de texto, fue actor de teatro, autor de guiones para cine y televisión así como director de diferentes programas de radio.

Cuando de noche llaman a la puerta comienza con un prólogo del autor que ya nos introduce en su mundo de misterio, avisándonos del tipo de relato con el que nos vamos a encontrar. Un prólogo evocador que resuena en nuestra memoria infantil, que comienza con “Querido lector…”, y termina con “…porque quien cuenta una historia, antes la pasó por su alma y la hizo suya”. Docampo nos explica que los cuentos que componen el libro son cuatro historias narradas alrededor del fuego cuyo germen son los cuentos gallegos de tradición oral que escuchó en su infancia.

Los cuentos que componen el libro son:

El espejo del viajero
Una noche de tormenta, un viajero toca a la puerta de un herrero a quien se parece como una gota de agua a otra, excepto porque al herrero le falta un párpado. Tras una pelea provocada por el exceso de alcohol, el viajero mata a su anfitrión, que antes de morir le provoca la misma herida en el párpado. En ese momento el viajero se convierte en su doble, pagando la penitencia de ser el herrero hasta el final de sus días.

El Hornadas
Un grupo de muchachos asesinan a una anciana malvada e incineran su cadáver para ocultar su crimen. La vieja bruja, antes de que su cuerpo sea consumido por las llamas, maldice a uno de ellos, Teixo, que tras cumplir condena en la cárcel, revela a un hombre cuál es su verdadera penitencia: la anciana le devora las entrañas poco a poco...


Loba
Silvestre, un muchacho mujeriego y sinvergüenza, deja embarazada a una joven, Isaura, a la que hace abortar para casarse con otra por dinero. El mismo día en que se celebra la boda, Isaura se suicida y, convertida en una loba, perseguirá a quien la abandonó hasta destruirle.

El cumplemuertes
Un hombre recibe cartas anunciándole el día de su muerte pero no el año. Creyendo que es la propia Muerte quien le advierte, luchará para conseguir vencerla.


La última parte del libro se titula Cuando el autor habla de sí mismo, y está compuesta por un precioso poema de verso libre a modo de epílogo:

TENGO MIEDO...
Cuando de noche llaman a la puerta.
A estar solo cuando no quiero estar solo.
A estar en medio de mucha gente.
A quedar solo en el mundo.
A no morir nunca.
A morir pronto.
A morir estúpidamente en una carretera.
A quedar inútil.
A volverme loco.
A que les pase algo a los míos.
A que los que quiero no me quieran.
A perder el gusto por las cosas que me gustan.
A tener que vivir siempre en una ciudad.
A que no haya flores.
A que no haya animales en libertad.
A no poder mirar las estrellas por la noche.
A no poder mirar el paisaje en otoño.
Al mar (desde el mar).
A mirar un día para el cielo y no ver un pájaro.
A que no haya truchas en los ríos.
A tener que ir a la guerra.
A la guerra, aunque no tenga que ir.
A las almas miserables.
A los que siempre dicen la verdad.
A los que mienten siempre.
A pasar hambre.
A los cuentos de miedo.
A las películas de miedo.
A ir al dentista.
A montar en avión.
A no ter miedo a nada.
A tener mucho miedo.
Cuando pasa mucho tiempo sin que nadie llame a
mi puerta.
A...


Los cuatro cuentos de Docampo son bastante violentos y de tono macabro, un claro ejemplo de folklore popular. Están impregnados de excesiva crueldad y ensañamiento, sobre todo en las descripciones de las muertes. Los temas que trata pueden resultar interesantes para trabajar en el aula: la expiación de la culpa, el destino, la venganza, el remordimiento, la honradez, la soledad, el egoísmo…

En cuanto a la narración, encontramos al narrador omnisciente, en tercera persona, que a veces se convierte en protagonista, utilizando la primera persona. El léxico no tiene mayor complicación que algunas expresiones de la cultura popular gallega.
El autor nos presenta cuatro relatos de la Galicia rural que bien podrían recordarnos a Poe o a Becker y sus Leyendas. Historias que te atrapan en un universo tenebroso habitado por seres malditos, y que al acabar de leerlas no puedes simplemente cerrar los ojos y dormir, porque la noche se convierte en un concierto de ruidos extraños y sobrenaturales. Quizá su lectura sea recomendable a partir de 12 años, pero todo dependerá de la sensibilidad de cada uno hacia el relato de terror. Lo que sí es seguro es que el verdadero amante de lo tenebroso disfrutará de esta lectura sin importar la edad que tenga.

Había una vez un hombre...

El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, de Fernando Alonso.
Nieves Castells
El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, de Fernando Alonso. 1977. EdicionesAlfaguara, Madrid. Colección Juvenil Alfaguara. 1ª Edición: 1978.
Premio Lazarillo 1977.
Ilustraciones de Ulises Wensell.
Fernando Alonso es experto en Literatura Infantil y Juvenil y ha trabajado en este campo como investigador y creador. Los ocho relatos que componen este libro están llenos de fuerza cautivadora, y mención aparte merecen las pequeñas obras de arte que salpican los cuentos del ilustrador Ulises Wensell.
Los cuentos que componen el libro son:

  • 1.       El hombrecito vestido de gris.
  • 2.       El barco de plomo
  • 3.       Los árboles de piedra.
  • 4.       El viejo reloj
  • 5.       El barco en la botella.
  • 6.       El guardián en la torre.
  • 7.       El espantapájaros y el bailarín
  • 8.       La pajarita de papel.
  
En los relatos se pueden respirar las ansias de libertad que invadían los días en los que fueron escritos. La luz de la Transición española impregna el libro, que lleva ya más de cuarenta ediciones. Y treinta años después no ha perdido un ápice de frescura.
Los cuentos tienen una estructura sencilla y lineal de fácil comprensión. Son bastante cortos, por lo que su lectura resulta muy rápida y amena. A partir de elementos propios de la infancia: una pajarita de papel o un barquito de plomo, nos acerca a una serie de temas interesantes para trabajar en el aula como la convivencia, el autoritarismo, el trabajo en grupo, la solidaridad, etc.
El léxico, en apariencia sencillo, destila poesía que cautiva desde la primera hasta la última línea:
Había una vez
un curioso mundo,
un mundo curioso y extraño.
Sus campos eran de piedra.
De piedra, sus flores.
De piedra, sus ríos.
Con cañas de piedra,
hombres de piedra pescaban peces
de piedra.
Aquellos hombres tenían brazos
de piedra, cuerpo de piedra,
cabeza de piedra y de piedra.
"Corazón de piedra" no tenía, allí
ningún significado especial;
porque sus corazones estaban llenos
de hermosos sentimientos.
Con ellos amaban a todos los seres
de piedra,
que vivían en aquel extraño mundo
de piedra.
Este es uno de esos libros para todas las edades, o mejor dicho “sin edad”. El lector niño podrá disfrutar de sus historias imaginativas y preciosos personajes, el lector joven podrá sentirse atraído por el significado último de los relatos y el lirismo de sus palabras, y el lector más experimentado, además de dejar disfrutar a su joven y a su niño interior, podrá situar el libro en su contexto histórico, por lo que las relaciones entre la narración y sus circunstancias le darán una nueva perspectiva, y podrá disfrutar de su lectura en toda su belleza.
Una lectura evocadora y absolutamente recomendable.

¡El Gran Teatro Mundial de los Espejismos!

Escenarios Fantásticos, de Joan Manuel Gisbert.

Nieves Castells.



Escenarios Fantásticos, de Joan Manuel Gisbert. 1979. Editorial Labor, Barcelona. Colección Bolsillo Juvenil. 4ª Edición: 1985.
Premio Nacional C.C.E.I. 1979
Ilustraciones de Miguel Calatayud.

Joan Manuel Gisbert nos presenta un relato a caballo entre la ciencia-ficción y la fantasía, cuya complicación de la trama y de los elementos narrativos que la componen va en aumento conforme avanza la obra.
El libro se divide en tres capítulos, cada uno con independencia narrativa de los otros, pero todos ellos unidos por una línea argumental.
La primera parte, Los jardines del dirigible, está narrada en tercera persona por (quien en principio parece) el autor-narrador omnisciente.
Nos presenta a Dionisio Leganés, un funcionario jubilado amante de las maquetas a escala y las novelas policíacas. Dionisio pasa sus días contemplando a través de su ventana, la demolición de una vieja fábrica a la que tiene especial cariño, así que, para recordarla en todo su esplendor decide crear una maqueta del edificio. Disfruta de ella, inventa historias detectivescas con la fábrica en miniatura como escenario, y cuando decide que ha llegado el momento de deshacerse de ella, la entierra en el solar donde antes había estado la vieja fábrica. Hasta aquí, todo transcurre más o menos por los cauces de la realidad, hasta que a la mañana siguiente, el señor Leganés descubre que el edificio de la fábrica original está intacto y con la imagen esplendorosa que tenía en el momento en que fue construido allá por el siglo XIX. Sin embargo el edificio es intangible, se pueden atravesar sus paredes. Es… un espejismo.
Ante la perplejidad de la población, un forastero, Demetrius Iapotec, dice tener la solución al problema porque él es un mago teatral domador de espejismos. Se concentran una masa de habitantes curiosos y un gran número de medios de comunicación para cubrir la noticia. Tras una operación de gran envergadura que incluye artilugios fantásticos, pompas de jabón y un dirigible, Demetrius Iapotec consigue atrapar el espejismo de la fábrica y se aleja volando con él.
En esta parte del texto, todos los acontecimientos los observamos a través de los ojos de Dionisio Leganés. Sin embargo, en la segunda parte, titulada La danza de las imágenes gigantes, el periodista Nathaniel Maris se nos presenta en primera persona y pasa a convertirse en el narrador del resto del relato, dándonos a entender también (por algunas notas a pié de página creadas por el mismo Nathaniel, con las que Gisbert riza el rizo de la metaliteratura) era él el narrador del primer capítulo.
Nathaniel Maris nos explica que es un periodista especializado en temas relacionados con lo imaginario y lo fantástico y que, tras presenciar la captura del espejismo de la fábrica, decidió investigar a Demetrius Iapotec. Siguiendo su pista, presenció unos terribles acontecimientos que dice, nos relatará más tarde y pasa a mostrarnos unos fragmentos de un diario de Iapotec que consiguió rescatar del desastre (los “terribles acontecimientos”).
Los fragmentos de dicho diario presentan una tipología de letra diferente, por lo que no resulta complicado identificarlos.
En ellos, el mago (que pasa a ser el narrador en primera persona) nos describe algunas técnicas para atrapar espejismos: “método del globo de aire dibujado”, “método del espejo tragón”, “método de la lluvia de arena (indicado para espejismos de desierto)”, “método del agua voladora (muy indicado para espejismos marinos)”, “método de la aeropista de colores”, etc.
Nathaniel nos relata cómo siguió  al domador de espejismos y a su equipo hasta una localización en las montañas donde guardaba todos los espejismos que había capturado. La intención del mago era crear el Gran Teatro Mundial de los Espejismos, y su primer espectáculo llevaría por nombre “La Danza de las Imágenes Gigantes”. El periodista, disfrazado de niebla, se esconde dentro del teatro desde donde observa un ensayo general y queda absolutamente extasiado por las imágenes que contempla: “el ballet de las ballenas azules”, “el iceberg en los mares del sur”, “el faro que despertó a los fantasmas”. Sin embargo, la aparición repentina de un volcán espejismo, destrozará el espectáculo y esparcirá todos los espejismos por el cielo, dando al traste con los sueños de Iapotec, que decide huir junto a su equipo. Nathaniel, único espectador de lo que allí sucedió, lo relató todo en su revista y siguió esperando unos años a encontrar un rastro que le volviera a llevar a Demetrius Iapotec. Hasta que un día, recibió una carta: El Profesor Apolonius Dragotev lo invitaba a la inauguración del Parque de Atracciones del Arco Iris.
La tercera parte, titulada El Parque de Atracciones del Arco Iris, continúa en el punto exacto donde termina el capítulo anterior. Nathaniel, siguiendo las instrucciones de la carta, se embarca en avión rumbo a París, donde confirmará sus sospechas: al llegar al Parque descubre que Apolonius es Demetrius Iapotec, que ha estado inventando una serie de atracciones fantásticas y delirantes.

En esta parte vuelve a tener lugar un salto temporal para relatar la huida de Iapotec del Gran Teatro. Nathaniel Maris nos describe los acontecimientos ocurridos desde la aparición del volcán de espejismos hasta el momento actual de la narración.
De vuelta al presente en el Parque de Atracciones, Iapotec le revela a Nathaniel Maris la existencia de un asesino, Buenaventura Mestres, antiguo enemigo de Iapotec, dentro del Parque y le confiesa que está dispuesto a arruinar la inauguración como venganza por una antigua afrenta. A partir de este momento Nathaniel, Iapotec y su equipo se embarcan en una persecución por todo el parque para averiguar el escondite del malhechor. Esta búsqueda dará al periodista la oportunidad de conocer y experimentar todas las atracciones de que dispone el Parque: “la máquina de fabricar cuentos” (gracias a ella, Gisbert nos presenta un juego de palabras que dará lugar a dos pequeños cuentos dentro del relato), “la cámara de las cosquillas”, “el túnel que lee los sentimientos”, “la música que llueve”, “el tobogán que llega al Centro de la Tierra” (con un cartel que reza: el tobogán que llega al Centro de la Tierra es un homenaje del Parque del Arco Iris a Julio Verne), “la pantalla mental”, “el teléfono que conecta con el misterio”, “los paracaídas de Ícaro”, “el laberinto de cristal invisible”, “natación en el aire”, “el juego del hombre-mosca”, etc. Gracias al ingenio de Nathaniel Maris y a los ingenios de Iapotec, lograrán dar caza al malvado Buenaventura Mestres e inaugurar el Parque del Arco Iris con un gran éxito de público.
Al final de la novela, encontramos la firma de Nathaniel Maris, periodista e investigador de lo imaginario y lo fantástico, dos palabras que definen perfectamente el relato.

A pesar de que la estructura pueda resultar complicada para un lector novel, las diferentes tipografías y las explicaciones dadas al principio de los cambios de narrador y de los saltos temporales, aclaran perfectamente lo que un principio podría parecer demasiado confuso.

La historia principal está repleta de pequeñas subhistorias que enriquecen el relato, haciendo posible que la imaginación del lector vuele hacia miles de “escenarios fantásticos”.

En cuanto al léxico, es sencillo, las  oraciones son simples y carentes de excesivos retoricismos.
En el texto no encontraremos lirismo ni un lenguaje poético; su encanto procede de las miles de imágenes y situaciones fantásticas que nos ofrece, que la convierten en un verdadero canto a la imaginación. De hecho, Demetrius Iapotec dejó constancia de ello en su manuscrito perdido:
Lo que cuenta realmente es el poder de la imaginación, el deseo de ver cómo estas imágenes de ilusión, sin realidad material, evanescentes, pueden capturarse y transportarse. Ello es sólo posible en el mundo de las fábulas, en el reino mágico de las narraciones fantásticas.

Mi recomendación es que 12 o 13 años sería una edad adecuada para su lectura.

Campos de fresas



Campos de fresas

Título: Campos de fresas
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Editorial: SM
Colección: Gran angular alerta roja
Ciudad: Madrid
Primera edición: febrero 1997
Edición: 42ª: julio 2012

                                                         «No bailéis con la muerte»


Campos de fresas comienza con una llamada telefónica en la intempestiva madrugada. Unos padres preocupados atienden al teléfono y confirman sus temores: su hija Luci, de dieciocho años, ha tomado alguna sustancia peligrosa y se encuentra hospitalizada en el Clínico.
Noche de viernes, un grupo de amigos —Cinta, Luci, Máximo y Santi— sale de fiesta dispuesto a disfrutar de la actividad nocturna. Mientras ellos se divierten, Eloy, el novio de Luci, se ha quedado en casa estudiando responsablemente el examen del próximo lunes.
En medio del ambiente cargado de la discoteca, Luciana cae desplomada. Ha sufrido un golpe de calor como consecuencia de haber ingerido una pastilla de éxtasis. Luciana ha entrado en coma. Lo que prometía ser una noche de diversión se ha convertido en una tragedia para los jóvenes, que asisten desconcertados y presos de un sentimiento de culpabilidad a las consecuencias de una actitud irresponsable.
Desde el momento en que conoce la situación de Luci, Eloy inicia una carrera frenética con el objetivo de localizar al camello que vendió las pastillas a sus amigos aquella fatídica noche de viernes —para conseguir una y poder entregarla a los médicos— con la esperanza de que su análisis pueda arrojar luz sobre el tratamiento más eficaz para sacar a Luci del coma. Pero también la protagonista comienza su lucha por sobrevivir, mientras percibe los sentimientos de quienes la rodean.

Sin embargo, el caso de Luci no es el de la típica adolescente conflictiva, víctima de una familia desestructurada, de una complicada situación económica o de algún tipo de problema que la empuja a la necesidad de evadirse de la realidad para sentirse bien.
Es una chica feliz, lo tiene todo, menos la asertividad necesaria para decir NO en el momento oportuno.

Sierra i Fabra desarrolla esta historia en noventa y cinco episodios breves narrados con gran agilidad que mantienen atrapado al lector en la necesidad de conocer el desenlace. Para ello, emplea un lenguaje sencillo y un registro cercano a cualquier adolescente. Es obvio que el tema principal de la obra, así como los temas secundarios —amor, amistad— resultan de interés para los adolescentes, lo que contribuye a la buena acogida que el libro tiene en los alumnos de Secundaria.

Campos de fresas invita, o quizá obliga, a una reflexión fundamental para cualquier adolescente: diversión, sí, pero, ¿a cualquier precio? La respuesta es NO.
La sociedad en la que vivimos es exageradamente hedonista, y desgraciadamente, esto tiene sus consecuencias. No está de moda la cultura del esfuerzo para conseguir honradamente algo bueno, ni ser responsable y joven al mismo tiempo, ni valorar en su justa medida el alcance de decisiones que pueden comprometer el resto de la vida, como tomar una droga de diseño, consumir cocaína o mantener una relación sexual no segura.
Trágicamente, esta es la realidad de demasiados adolescentes que se mueven desorientados entre la asunción de responsabilidades, propia de la vida adulta, y un abismo de diversión e inconsciencia que no les permite madurar a tiempo para evitar situaciones angustiosas como la que viven los amigos de esta historia.
La inquietante precocidad de los adolescentes de la última década nos conduce a pensar en la conveniencia de proponer esta lectura cuanto antes, es decir, a plantearla como un ejercicio preventivo de conductas de riesgo como lo es el consumo de drogas, por ello podría ser una opción de lectura desde el primer curso de la ESO.

Campos de fresas no es un libro marcadamente literario, sin embargo, es evidente que ese no era el objetivo del autor cuando compuso su obra. Nuestra responsabilidad como docentes, en este caso de Lengua castellana y Literatura, es proporcionar a los alumnos una formación integral que les asegure la integración en la sociedad y les capacite para el ejercicio de una ciudadanía democrática. Este trabajo de formación no recae exclusivamente en nosotros, sino en todos los docentes de la etapa de Secundaria; pero sí está en nuestra mano que esos adolescentes entiendan que la lectura puede ofrecerles posibilidades muy distintas, desde el disfrute del texto más literario e insustancial, pasando por la literatura comprometida, hasta lecturas cuyo objetivo —como es el caso de Campos de fresas— es espolear el ánimo y el pensamiento del lector por alguna causa grave o relevante.
También la literatura puede enseñarnos a vivir.

Platero y yo


Juan Ramón Jiménez fue un poeta español, nacido en Palos de Moguer, en Andalucía, en 1881. Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1956 y se encuentra entre los mayores exponentes de la poesía pura, movimiento literario que se desarrolló entre las dos guerras mundiales, y que aboga por una sensibilidad poética al margen de las circunstancias políticas e históricas.

En 1914 escribió "Platero y yo", obra que ha sido traducida universalmente y por la cual siempre será  recordado.

El autor  evoca la figura de Platero, un burrito que acompañó sus horas de recogimiento y soledad durante su larga estancia en Moguer.

 El libro es una homenaje lleno de cariño hacia un animal, un burro llamado Platero, cuyos gestos llenos de dulzura y dignidad, despiertan en los lectores sentimientos de ternura, pero también de profundo respeto. Tradicionalmente, el burro siempre ha sido tratado según los estereotipos que le atribuyen mediocridad y falta de inteligencia. En cambio, en esta obra el autor describe a Platero con términos delicados y llenos de afecto.
La comparación entre el simbolismo tradicional y la delicadeza  con que Jiménez describe al animal  hace que el lector sienta una cierta sensación de vergüenza: Platero nos hace reflexionar  sobre el hecho  de que el amor y la dedicación no  son características exclusivas de nuestra especie.

Los textos están llenos de imágenes sublimes que crean un clima poético: la relación visceral e íntima entre el poeta y el burro se desarrolla  en un escenario mediterráneo, de frescas noches de verano, cuando la fragancia de las plantas se hace sentir al anochecer. Los colores del cielo, la brisa agradable y los atardeceres dorados que se describen, producen una especie de melancolía y de dulce amargura. Todo viene a evocar la precariedad y la incertidumbre a la que todos, hombres y animales, estamos sometidos.
El sentimiento de emoción es el que envuelve al lector durante toda la obra, aunque una vez terminada la lectura queda un cierto sabor amargo al observar la distancia entre el lirismo de las historias contadas y el estado real en el que se encuentran los animales.

No solo asistimos al ciclo vital de Platero, desde su juventud hasta su muerte, sino que lo vemos en su dimensión de compañero del hombre. Es alegre, inocente, vulnerable... Vive percances que le causan dolor: pisa una espina, le pica una sanguijuela, le pican los tábanos, un potro le da una coz, sufre el momento de la agonía...  Y además ocupa un lugar importante en el recuerdo del poeta, que lo entierra cerca de su casa.

 
El modo en que es tratado Platero nos sorprende porque no está sometido a su amo, sino que es tratado como un niño, como un compañero: viajan juntos, lo lleva a todas partes, juega y pasea con los niños de Moguer y comparten alimentos y vivencias como la contemplación del atardecer. La relación entre el hombre y el burro preside la historia. Platero destaca por su mansedumbre y personifica la nobleza de los animales. Aparecen en grupo animales como caballos, patos, gorriones, golondrinas, perros, gallinas, etc., que recrean la vida colectiva. Moguer rebosa de vida en las descripciones de los paseos de Platero y el poeta, ya que el pueblo no se reduce a un conjunto de edificios y personas. La presencia y la convivencia con los animales  resalta el lado humano de los amigos de Platero.

Platero y yo expresa la celebración de la vida y el pesar por la muerte de un ser querido en tono elegíaco. Juan Ramón Jiménez construye un animalito creíble en su vitalidad y afecto, que alcanza un nivel poético en la comunión que logra con su amo al contemplar la belleza de naturaleza, acompañarlo en su inspiración poética y al emanar un concepto del bien de carácter cristiano que lo ennoblece.

CAPERUCITA EN MANHATTAN


La moderna Caperucita  Roja   se llama Sara Allen, tiene diez años y vive con sus padres   en   Brooklyn.  Es una  niña  que experimenta   el deseo de abrirse al  mundo desde la confianza y la curiosidad, si bien   su vida    está condicionada   por el    aburrimiento   y la ausencia de nuevas experiencias; mejor dicho, es la vida de sus padres y vecinos   la que  responde a   las últimas características,  mientras  en la mente de Sara    se     generan y mezclan fantasías y sueños alegres que, sin  embargo, no puede compartir   con nadie.  Nuestra pequeña protagonista no aguanta la monotonía de su vida familiar  y tiene ansias de   aventura y libertad.


 Sara tiene  limitado  contacto con el exterior y  sólo a través de  sus padres, sobre   todo   a causa del afán desmedido  de control  y protección de su madre   que anda   siempre “barruntando catástrofes”.   En  la parte  opuesta  a
 Brooklyn  se encuentra  Manhattan, “una isla en forma de jamón con un pastel de espinacas en el centro que se llama Central Park. Es un gran parque alargado por donde resulta excitante caminar de noche, escondiéndose de vez en cuando detrás de los árboles por miedo a los ladrones y asesinos que andan por todas las partes...”. El bosque    de la fábula tradicional de  Perrault es sustituido  con ironía  por Central Park que, no obstante su fama, no es de hecho – en la apreciación de la protagonista- peligroso para los niños, sino una mera concreción física del lugar donde es posible vivir una excitante aventura. “Pero a las personas mayores no se les ve alegría en la cara cuando cruzan el parque velozmente en taxis (...). Y los niños, que son los que más disfrutarían corriendo esa aventura nocturna, siempre están metidos en sus casas viendo la televisión, donde aparecen muchas historias que les avisan de lo peligroso que es salir de noche.”


En Manhattan se encuentra la  estatua de la Libertad  que de noche  se duerme  ante la indiferencia general. Pero los niños  de  Brooklyn no duermen,  “….piensan en Manhattan (…) y su barrio les parece un pueblo perdido donde nunca pasa nada. (...) Y es que cuando la estatua de la Libertad cierra los ojos, les pasa a los niños (...) la antorcha de su vigilia. Pero esto no lo sabe nadie, es un secreto. Tampoco lo sabía Sara Allen...”.

 Por el lector parece percibirse la existencia en la historia   de  algo mágico  no concretado que, sin embargo, es inicialmente   dejado en s
uspenso para volver a subrayar la rutina de la vida cotidiana. El padre de Sara   es fontanero y la madre –Vivian-  trabaja como enfermera  en  un    hospital    cuidando ancianos  y  disfruta preparando  una exquisita tarta de fresas  -motivo de orgullo frente a terceros-, preparada   conforme a una receta secreta    de familia. Tarta de fresas  de la que, todos los sábados,   llevarán una a la  abuela de Sara  y  que para  nuestra   pequeña   protagonista    pasará a representar   la manifestación  de  una fastidiosa   costumbre    con pérdida de   cualquier otro significado.

 La  abuela materna  de Sara  se llama Rebeca Little  y vive sola en Manhattan,  en el   barrio  de Morningside.  Se trata de  una  mujer   liberal, extrovertida, original, ex cantante  de music-hall  conocida con el  pseudónimo de Gloria Star y, en los últimos tiempos,  olvidadiza (pero solo porque  “a fuerza de no contar las cosas, la memoria se oxida” ).
La abuela de Sara es  el contrapunto de   su hija Vivian,  con quien no se entiende. Sara  experimenta fascinación por    su abuela y todo lo que guarda relación   con la misma, mientras   que entre la madre y la abuela de   Sara   se genera cierto  antagonismo  por   el afán de la primera de controlar a la   segunda  y  su    disconformidad  con el género de vida   que lleva esta última. Sara no ha recibido mucha  información   sobre  la vida   no sujeta a  ataduras de su abuela, censurada  por Vivian, conociendo  sólo  algunos detalles  a resultas   de conversaciones espiadas a  sus progenitores. A través de   alguna de dichas   conversaciones   conoció en el pasado la existencia  de un antiguo  amigo/compañero  de su  abuela – Aurelio-,   con cierta influencia en la conformación   de la personalidad de  Sara.
Aurelio – dueño de una librería- hizo llegar a   Sara – lectora muy precoz y apasionada- algunos libros  - Robinsón Crusoe, Alicia en el país de las maravillas, Caperucita Roja …- cuyos protagonistas  fueron percibidos  por    la pequeña    como seres  libres,  con capacidad   para  andar  por todas partes solos  sin la existencia de  padres que los retengan, repriman  o les prohíban actuar. La lectura de dichos relatos, al margen de   hacer  volar la imaginación de Sara, provocaron y provocan en ésta un  fuerte sentimiento de   envidia   por la  libertad de  sus  protagonistas.  En el relato se refuerza la idea de la  necesidad de    experimentar el viaje   que es la vida   por uno mismo, y ello como requisito  imprescindible  para un  adecuado desarrollo mental. La ilustración preferida de Sara  es    la que corresponde al encuentro de Caperucita Roja   con el lobo
".…En aquel dibujo, el lobo tenía una cara tan buena, tan de estar pidiendo cariño, que Caperucita, claro, le contestaba fiándose de él, con una sonrisa encantadora. Sara también se fiaba de él (...) era imposible que un animal tan simpático se pudiera comer a nadie. El final estaba equivocado. (...) Lo que menos le gustaba a Sara eran los finales”.

Sara había  recibido  también de Aurelio un plano  muy detallado  de Manhattan, habiendo aprendido,  observándolo,    que  Manhattan  era  una isla;  detalle éste muy importante para   Sara  porque el País de Nunca Jamás de  sus fantasías      tomará cuerpo  en ese  espacio físico real   donde   la posibilidad de vivir una aventura se hace factible. Atrapada en una vida  gris, Sara  juega   con las palabras, inventando  algunas nuevas para interpretar y expresar sus emociones y, de ese modo, crear un mundo a su gusto; una   expresión   en particular –miranfù-  se convierte   en su preferida y es utilizada para expresar “ va a pasar algo diferente” o “ me voy a llevar una  sorpresa”. Con esta  palabra mágica pretenderá  Sara   cambiar la realidad.



Partiendo del planteamiento  anterior,  la autora  -Carmen Martín Gaite-   pone en marcha los engranajes de la aventura  que se inicia  cuando  la pequeña Sara, aprovechando  un luctuoso   acontecimiento familiar -que hace que  sus padres tengan que desplazarse      a otra ciudad-,  es dejada al cuidado   de una tercera persona    de cuya vigilancia/supervisión es capaz de zafarse, escapándose de casa   para llevar  a su abuela   la tarta de fresa   que había elaborado su  madre antes de partir. 

 

La autora   parece respetar inicialmente  -  aún con  la   alteración     temporal y de localización    de historia y personajes-   la estructura  esencial del cuento/fábula del que toma prestado parte del  título,  aunque el lector   pronto descubrirá que , más allá de un cierto aire familiar en alguno de los personajes ,   no nos encontramos   con una nueva versión   actualizada del cuento,   sino  con una provocación de la autora al lector  moviéndole a una  involuntaria comparación  de la nueva historia   con la fábula   original  al objeto, como si de un pasatiempo se tratara, de ir evidenciando  las diferencias   sustanciales en el relato.
 

En nuestra historia  aparecen  cinco personajes  relacionados  con el cuento tradicional,  amén  de otros que, careciendo de dicha conexión,  se manifiestan  como meros   actores secundarios  de escasa  relevancia. Así,  los primeros personajes citados son   Sara Allen ( la nueva caperucita), su madre ( Vivian)   y su abuela ( Rebeca Little) -   ya descritos en la fase inicial previa   a   la puesta en marcha de la trama  relativa a la aventura  en sentido estricto-   a los que hay que añadir  los  correspondientes   a Miss Lunatic ( trasunto de la libertad  o  el espíritu libre , del que es ejemplo la abuela)  y Edgar Woolf ( el Dulce Lobo).



En   lo que afecta al desarrollo de la trama de la aventura,    en su trayecto a casa de su abuela, Sara se  desvía   atraída por el encanto de lo prohibido  representado  por Central Park ( a modo de   bosque encantado), si bien,   antes  de llegar,   experimentará  un sentimiento de miedo a la libertad  del que será rescatado  por el personaje de Miss Lunatic, una mujer vieja, vestida de harapos,   que arrastra  un cochecillo  de bebé  antiguo y raído   donde guarda sus pertenencias ,   sin preocuparse del dinero,  con capacidad de   cambiar la vida a las personas; Sara   descubrirá por casualidad que   Miss Lunatic es   el espíritu de la libertad   , la musa   del autor de  la estatua   existente  en honor de la misma   en Manhattan  - donde vive de día-, firmando con dicho personaje   un pacto de sangre   en el  marco un acuerdo que reivindica   la conquista de la libertad individual.   Asimismo, y de forma indirecta,   Sara   entrará en contacto con Edgar  Woolf,   conocido  ( por un negocio   que explota) como el  Dulce Lobo;   este personaje, obsesionado  por el éxito en sus negocios y con un solo amigo, comprende, en la persecución de su objetivo de lograr la receta perfecta de una   tarta de fresa   que haga   más relevante su negocio, la   insustancialidad del sacrificio  de determinados valores   de cara a  la consecución del éxito, accediendo, con excusas, a  la vivienda de la abuela ( adelantándose con engaños a  Sara)   con la que, desde la admiración, alcanzará la felicidad.
 

En el juego de búsqueda de las diferencias  el lector descubrirá  que, a diferencia de lo que   sucede   en  fábula original:   Caperucita   tiene una mala relación con su madre;  la libertad y curiosidad no se ven penalizadas;    el “bosque” no siempre es un lugar  de pérdida sino de encuentro y punto de partida de la aventura; el lobo no es malo sino  “dulce” y  alcanza la felicidad  junto con la abuela;  no hay un salvador externo  sino que la propia conquista de la libertad otorga la redención de los personajes ;  la protagonista   no retorna a casa  sino que,   como  se refleja al final del relato,  desafiando  la lógica y huyendo de la rutina de lo  cotidiano, se lanza  - gritando su palabra talismán , “ Miranfú- por la boca de un pasadizo que conduce a la morada diurna  y secreta  de Miss Lunatic   para   alcanzar la libertad.

 

 La lectura   de esta obra   (desarrollada, en gran parte, como un relato llevado a cabo por un narrador omnisciente, con   limitado recurso al diálogo) puede suscitar  la reflexión, sobre todo   en  el lector joven,    sobre  la  soledad, la fantasía, la voluntad, la libertad y la necesidad de   que   cada uno   determine   en gran parte   su lugar y conducta.