domingo, 27 de enero de 2013

Literatura, entre los sueños y la realidad

Isabel Martínez Moreno//



Un pozo es un lugar inhóspito, sombrío y pese a todo inmensamente atractivo. Un espacio donde el imaginario popular nos invita a mirar para buscar un reflejo, quizá a nosotros mismos. El pozo del alma, es a un tiempo el nombre de la obra, y también ese agujero donde su autor, Gustavo Martín Garzo, se asoma para buscar entre los recuerdos de su infancia el origen de su peculiar relación con la literatura. Y lo encuentra. A largo de este breve relato asistimos a una reflexión sobre qué es la literatura y cómo su presencia nos aguarda en el día a día, en aquellos pequeños detalles que lo componen.

El escritor emplea con magistral acierto cada palabra, para que el lector se sumerja en una pequeña historia en la que no se cuenta nada y al tiempo se explican muchas cosas. Este contraste también se aprecia en las ilustraciones de PabloAmargo que acompañan el texto.

Un conjunto casi poético que nos ofrece una visión peculiar de la literatura, entendida como un lugar de intercambio en el que se dan cita multitud de realidades y es la infancia el escenario perfecto donde todas ellas convergen. De ahí que Gustavo Martín haga su reflexión desde esa perspectiva. La de un adulto que vuelve su vista hasta su infancia para navegar por los mares que surco siendo niño. A través de algunos cuentos de Andersen, como el Patito Feo, el escritor vallisoletano ofrece una visión totalmente distinta del concepto de literatura y aclara que lo que verdaderamente capta la atención del lector infantil no es el patito triste y marginado, sino el lago llego de cisnes. Advierte que es en ese escenario en el los niños ansían vivir porque les permite ser su yo interior, el que ocultan a diario. Así, a través de este ejemplo se observa cómo entiende la literatura el autor de El pozo del Alma y al tiempo, podemos saber qué esconde en ese espacio profundo. 

Este relato nos permite conocer el otro lado de la literatura, el que se esconde tras las letras y las palabras rimbombantes. La otra cara de la luna.  Recoge la esencia de este arte y la sitúa en un reino a medio camino entre los sueños y los delirios y la realidad empírica.

Sin embargo, la simplicidad que aparenta la voz de un niño narrando sus aventuras de infancia en una casa con seis hermanos, a través de un vocabulario sencillo o el reducido número de páginas, no más de 40, contrasta con el entramado complejo y delicioso que se dibuja bajo cada frase. El autor dice lo que quiere decir a cada momento y lo hace dibujando pinceladas en la imaginación del lector, que está obligado a pensar qué significa para él lo que está leyendo. Sobra decir que quien escribe asistió fascinada al derroche de ideas, planteamientos y matices que Gustavo Marín Garzo recoge en esta obra. Aunque, para no faltar a la verdad, hay mucho de fantasía y magia en sus reflexiones y también en esta cabeza mía.

Sea como sea, este texto puede ser leído en cualquier cuso de la ESO, aunque no será hasta Bachillerato cuando puedan comprender el sentido global del texto y reflexionar sobre las ideas que presenta Gustavo Marín Garzo. En esa línea, cabe señalar que más importante que entender lo que el autor presenta es lo que el lector interpreta a partir de lo que lee. Tanto es así, que el propio escritor señala que la literatura lo es en la media en la que alguien se asoma a ella. De lo contrario, hablaremos de textos inertes.

Otra opción es recurrir en las aulas a esta obra para rescatar únicamente fragmentos concretos que inviten al alumno a pensar, sólo eso. Sin embargo, si cuenta algo la opinión de quien escribe, yo sugiero esta lectura en las aulas. Es interesante en la medida en la que puede abrir al lector desmotivado y hastiado, las puertas a nueva concepción de la literatura, en la que no tiene que entender lo que tal o cual autor quería decir, sólo tiene que preocuparse de lo que le dice a su mente y su corazón una vez pasadas las páginas.

Gustavo Marín Garzo afirma desde El pozo del alma que amamos un libro en la medida en que algo que creíamos perdido, un saber acerca de nosotros mismos, un gesto adorado, regresa a nosotros. Esta obra puede ser el punto de partida para que nuestros alumnos inicien un idilio con la lectura, por qué no.

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