“No hay una cosa más tonta en el mundo que una vaca tonta” |
Recomendable, recomendable, recomendable.
Recomendable la obra de
Bernardo Atxaga (José Irazu), publicada por primera vez en el año 1992. Y es
que, Memorias
de una vaca es un libro que merece ser leído. Atxaga, escritor de obras
destinadas tanto a jóvenes como a adultos, nos cuenta la historia entrañable de
la vaca Mo, editada por El Barco de
Vapor (SM) con más de una treintena de ediciones.
Mo, nacida en
el País Vasco en 1936, decide escribir sus memorias debido a una promesa que se
hizo así misma cuando era joven. A lo
largo de sus escrituras nos cuenta que siempre ha contado con la compañía de “El
pesado”, su voz interior. Este Ángel de la Guarda interactúa con ella en todos
los acontecimientos y, aunque a veces hable demasiado, es capaz de ayudar a Mo
a reflexionar y a tomar decisiones importantes.
La vaca,
humanizada por Atxaga, sufre una serie de crisis de identidad que superará con
el paso del tiempo y las experiencias vividas. En la vida de Mo, son importantes los años de posguerra que vivió en
Balanzategui y las conversaciones compartidas con su amiga La Vache, una vaca
que, al igual que ella, tampoco quería caer en la tontuna vacuna del resto de
compañeras del establo.
A través de
los capítulos del libro (titulados de manera grandiosa), somos testigos del
crecimiento de Mo. La vaca, infeliz en un principio, adquiere seguridad en sí
misma con el paso de los años. Todas las vivencias las escribe desde la calma
de la vejez, que comparte con Pauline Bernardette, una monja francesa.
Mo, una vaca
Omega que no Alfa, conoce a diferentes humanos a lo largo de su vida, si bien
ella parece más humana que alguno de ellos. Sus reflexiones y pensamientos
sobre la amistad y la vida consiguen que nos identifiquemos en muchos aspectos.
Y es que, Mo desea vivir, observar, investigar y pensar, no sólo dormir y
comer. En
definitiva, Mo nos hace partícipes de su propio crecimiento personal y su
perspectiva de la vida desde la lejanía, desde los ojos de una vaca ya anciana
que no tiene “ni un pelo de tonta”.
Atxaga
escribe la historia mediante un toque humorístico y cómico, si bien existen
momentos conmovedores e incluso tristes. Los refranes y las
frases hechas llenan las páginas de Memorias
de una vaca, lectura que ya es llamativa simplemente por el título.
Por
otro lado, en cuanto al lenguaje de la obra, cabe destacar que el léxico es
claro y sencillo, así como la utilización del diálogo. El vocabulario no es
complicado y la estructura de la historia es clara y ordenada. La continua
aparición de aventuras, situaciones y sucesos hacen de Memorias de una vaca una lectura interesante.
Considero
que es una lectura muy adecuada para los alumnos de Educación Secundaria, principalmente para
alumnos a partir de 12 años. La obra no es complicada de leer, es divertida y
puede ser del gusto de la mayoría de los alumnos. También puede ser un buen
libro para tratar temas como la guerra, el tema de las fiestas populares… en
definitiva, Memorias de una vaca
puede tener muchas posibilidades didácticas. Se pueden plantear actividades
sobre temas variados: desde el concepto de “voz interior” hasta conceptos como
la soledad, amistad, personalidad o memoria.
Mo
acaba de escribir sus memorias pero no se aventura con la escritura de lo
vivido en el couvent para no llegar a “la última vuelta del camino”. Atxaga
escribe un final abierto pues, como bien dice, “mientras vive a sus anchas, la
vaca va dando largas”. Quién sabe. Puede que las memorias de Mo no hayan
terminado. Si algún día las termina, seguro que serán recomendables, recomendables, recomendables.
Sandra I.
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