domingo, 27 de enero de 2013

Niñas, tartas de fresas, abuelas y... la Estatua de la Libertad.

CAPERUCITA EN MANHATTAN, de Carmen Martín Gaite.

Nieves Castells



Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite. 1990. Ediciones Siruela, Madrid. Colección Las Tres Edades. 4ª Edición: febrero de 1991.

La autora nos presenta a Sara Allen, de diez años de edad y residente en Nueva York. Nuestra protagonista proviene de una familia de clase media afincada en el barrio de Brooklyn. Su padre es fontanero de profesión y su madre, Vivien, algo miedosa y excesivamente tradicional, se dedica a cuidar ancianos en una residencia. Sara tiene tres pasiones: su abuela, los viajes y leer, por lo que su desbordante imaginación la empuja a crear vocabulario inventado, historias, dibujos y todo un mundo de fantasía. La abuela de Sara, Rebecca, es una artista retirada. Actriz y cantante en su juventud, es una mujer independiente, bohemia y divertida. Todos los sábados Sara y su madre van a Manhattan a casa de la abuela Rebecca y le llevan una tarta de fresas. La receta de dicha tarta es un secreto de familia que ha pasado de madres a hijas.
 Un día en el que los padres de Sara tienen que ir a un entierro, dejan a la niña al cuidado de unos vecinos, ocasión que Sara aprovecha para escapar e ir ella sola a casa de su abuela. Cuando la niña va en el metro se echa a llorar por los remordimientos, y una extravagante y desconocida vagabunda, Miss Lunatic, la consuela. En seguida se hacen amigas y será esta misteriosa mujer la que guiará a la niña en su viaje a través del bosque de asfalto. Sara también conoce a un lobo triste, Mister Woolf, empresario pastelero que codicia el secreto de la tarta de fresas de su familia. Intenta engañar a la niña  para adelantarse él a casa de la abuela y así conseguir la receta. Pero cuando Sara llega por fin a casa de su abuelita, encuentra a Mister Woolf bailando con su abuela Rebecca, alias Gloria Star, de quien Mister Woolf era un secreto admirador. Sara los deja a solas para dirigirse a la Isla de la Libertad, a vivir nuevas aventuras.
Caperucita en Manhattan, no sólo se inspira en el cuento clásico de Charles Perrault, Caperucita Roja, sino que también utiliza los rasgos narrativos del cuento clásico: número limitado de personajes, creación de ambiente, la ideología implícita, etc. Escrito en tercera persona, aquí, sin embargo, el narrador omnisciente no es imparcial, sino que se posiciona siempre en el punto de vista de la niña, y a través de su criterio vamos dejándonos llevar por sus gustos, sus inquietudes y sus aversiones.
El texto se estructura en dos partes diferenciadas. La primera, a la que la autora titula “Sueños de Libertad”, comprende los cinco primeros capítulos, precedidos de un fragmento de Celia en el colegio, de Elena Fortún, de cuya obra, Martín Gaite era una ferviente admiradora. Esta primera parte nos presenta a la protagonista en su entorno familiar. Los títulos de los capítulos son bastante descriptivos respecto de lo que acontecerá en ellos:
1 – Datos geográficos de algún interés y presentación de Sara Allen.
2 – Aurelio Roncali y El Reino de los Libros. Las farfanías.
3 – Viajes rutinarios a Manhattan. La tarta de fresa.
4 – Evocación de Gloria Star. El primer dinero de Sara Allen.
5 – Fiesta de cumpleaños con el chino. La muerte del tío Josef.
La segunda parte titulada “La aventura”, se nos presenta con una cita de La Celestina: “A quien dices tu secreto, das tu libertad”, palabras que más tarde repetirá el personaje de Miss Lunatic.
Esta parte es donde se relata el viaje de Sara a través de la ciudad para ir a casa de su abuela. Comprende los siguientes ocho capítulos:
6 – Presentación de miss Lunatic. Visita al comisario O’Connor.
7 – La fortuna del rey de las tartas. El paciente Greg Monroe.
8 – Encuentro de miss Lunatic con Sara Allen.
9 – Madame Bartholdi. Un rodaje de cine fallido.
10 – Un pacto de sangre. Datos sobre el plano para llegar a la Isla de la Libertad.
11 – Caperucita en Central Park.
12 – Los sueños de Peter. El pasadizo subacuático de madame Bartholdi.
13 – Happy end, pero sin cerrar.
Aunque en un principio pueda parecer una estructura sencilla: presentación de la protagonista y su entorno, nudo en el que transcurren las aventuras de la niña, y un desenlace feliz aunque abierto, en el texto abundan los saltos en el tiempo, las elipsis y las alusiones históricas que pueden entrañar alguna dificultad para lectores poco avezados.
En cuanto al lenguaje, es claro y directo, estructurado en oraciones simples, que hacen posible una lectura ágil y amena. Sin embargo, el texto está plagado de figuras retóricas, símiles, metáforas, refranes y frases hechas. La obra también respira cierto tono poético, por ejemplo, en las conversaciones entre Sara y Miss Lunatic. La obra está llena de referencias intertextuales: Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, A través del Espejo, Robinson Crusoe, Caperucita Roja, Cenicienta, Hansel y Gretel, etc., que hacen su lectura mucho más interesante. Todo está rica y, a veces, sorprendentemente adjetivado, y las descripciones de paisajes, personas y ambientes, detallados.
También es destacable el sentido del humor que respiran, por ejemplo, las conversaciones entre Sara y su madre. O la alusión a la forma de jamón que tiene Nueva York.
Al contrario que en la obra de Perrault, que alertaba a los niños del peligro del mundo de los adultos, les prevenía contra el bosque oscuro y les advertía que desconfiaran de los desconocidos, Martín Gaite hace todo lo contrario. Invita a los jóvenes a descubrir el mundo, a conocer a los desconocidos, a soñar y a buscar la libertad; y a desconfiar de los sensatos, de las normas establecidas y de lo que la gente considera “normal”.
Aquí no podemos dejar de destacar una gran diferencia con el texto de Perrault: la figura de Miss Lunatic. Este personaje, que dice tener 175 años, es la encarnación de la libertad. De hecho, en el texto se insinúa que ella es la modelo en la que se inspiró el escultor de la Estatua de la Libertad. Este personaje, junto con la abuela, es el que mejor comprende las inquietudes de  la niña; precisamente la más vieja.
Este texto, a pesar de estar dirigido a un público joven, sigue la pauta literaria de la obra de Martín Gaite, que se centra preferentemente en la mujer, y en su búsqueda de libertad.  Suelen ser mujeres que han estado sometidas a los deseos de la familia y de la sociedad, y la consecuencia que tienen que soportar por esa liberación es la soledad. Otro de sus temas recurrentes es la necesidad de encontrar un lector cómplice y partícipe de su creación.

Caperucita en Manhattan se presenta como una novela ágil, que ofrece una nueva perspectiva del cuento infantil. La claridad del lenguaje, la estructura y el trazado de los personajes permite que este libro sea trabajado en cualquier nivel de la ESO, aunque quizá su extensión (205 páginas) sea un inconveniente para Primer Ciclo. Mi recomendación es que sea propuesto para alumnos de 3º o 4º. Quizá que la historia cabalgue entre la realidad y la fantasía pueda ser un hándicap para adolescentes que quieren dejar atrás el período de los cuentos infantiles que vienen arrastrando desde Primaria, pero con unas buenas actividades de prelectura y ayudándoles a superar sus prevenciones contra los cuentos clásicos, podrán disfrutar de este cuento moderno.

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