lunes, 14 de enero de 2013

Donde los árboles cantan, de Laura Gallego. MªÁngeles Gualde Orozco



Donde los árboles cantan:
Se trata de una novela de Laura Gallego en la que se mezclan: reinos y bosques imaginarios, príncipes y princesas, duendes y seres fantásticos, caballeros, criadas, bárbaros invasores, acción… e historias de amores imposibles.
Con la lectura de esta novela, el lector queda fascinado ante tal cantidad de aventuras que se suceden. Todo comienza con “La Fiesta del Solsticio”, en la que el rey Radis, rey de Nortia, convoca a todos sus duques, marqueses y el resto de sus súbditos. Durante el transcurso del evento se nos presenta a una muchacha, Viana, hija del viudo duque de Corven. Esta joven, está comprometida con Robian de Castelmar, amigo suyo desde la infancia. En este tramo de la novela Laura Gallego nos presenta todo un abanico de colores representativos de la corte real: las copiosas cenas, abanicos, velos sedosos, trajes voluminosos, típicas cacerías… e historias contadas por el juglar Oki sobre el Gran Bosque que esconde el elixir de la vida allá donde los árboles cantan.
Es a partir de esta fiesta cuando cambian las tornas en el reino al ser invadidos por los bárbaros y su rey Harak, del que se decía que era invencible. En este momento todo cambia para Viana al ver la cobardía de su comprometido (que rinde culto a Harak para sobrevivir) al dejar que la casen con Holdar (un bárbaro). Ella se desenamora y decide que tiene que tomar las riendas de su vida para arreglar aquel desorden; así que, por accidente mata a su marido y huye al bosque, donde Lobo la convierte en una excelente cazadora. Durante esta parte de la historia vemos elementos muy interesantes como: el cambio de imagen de Viana (de duquesa a cazadora) y su rebeldía ante lo establecido, algo muy importante si consideramos que es una mujer el motor de la acción y no un hombre (estereotipo de la caballería medieval que debe salvar a la pobre princesa en apuros).
En sus repetidas salidas para intentar cambiar el rumbo de los bárbaros, Lobo la adentra en el Gran Bosque hasta donde están los proscritos; éstos intentan juntar un ejército que les libre de la invasión. Viana, en uno de sus paseos por el bosque se encuentra con un joven desorientado y le acoge. Se convierten en grandes amigos y, como no recordaba nada de su pasado, le pone el nombre de Uri. El joven le pide ayuda para salvar a su familia y ella acepta, pero primero tenía que ayudar a los suyos. Finalmente, Uri la lleva a su tierra y observa que los bárbaros destilan la savia de unos árboles especiales “que cantan”, lo que hacía que los bárbaros fueran invencibles al ungirse con ella. Una vez que sus amigos saben el secreto de la savia, deciden boicotear el suministro antes de la próxima batalla y consiguen remediarlo gracias a la ayuda de la reina, aún fiel a Nortia, a Uri, a Lobo y, por supuesto, a Viana. El triste final es el del amor entre Uri y Viana. Ese joven desorientado, que no sabía hablar, en realidad era un árbol que se había personificado buscando ayuda para los suyos. Así, una noche, cuando Viana dormía en su castillo de Rocagris, Uri se levantó de la cama y echó raíces en el centro del patio, junto a ella. Así, ella visitaba cada noche aquel árbol cantor, para cantar con él; hasta que una gélida mañana de invierno la encontraron muerta entre sus raíces.
Esta novela que parece tan extensa, se escapa de entre los ojos de los jóvenes y no tan jóvenes línea tras línea. Se trata de una historia tan apasionante y detalladamente construida que no puedes dejar de leerla hasta que llega la última palabra. Desde mi punto de vista, Laura Gallego supo buscar de entre los elementos literarios todo lo que construiría una obra fuera de lo normal: acción, mundo de caballerías fuera de los estereotipos, princesas que desertan de un rey autoritario, reinas que se suicidan por no serle infiel a su rey, marquesas que matan a sus maridos bárbaros… la mujer como centro de la acción frente a la cobardía de un marqués que deja a su suerte a su propia prometida en manos de un bárbaro. Está claro que no se trata de una novela común; pero, además, tiene el componente mágico o fantástico: un joven que resulta ser un árbol cantor, los amores imposibles de Viana (Robian de Castelmar y Uri)… Entre los personajes más destacados de la obra, tenemos a: Belicia, la mejor amiga de Viana; el Conde de Urtec de Monteferro, también llamado “Lobo”; Dorea, su nodriza; Airic, fiel amigo de Vaiana; Robian, su prometido; Uri, su alma gemela; Holdar, su marido bárbaro.
Hay muchas escenas que sorprenden al lector, sobre todo, la deserción de Robian al rey Radis para honrar a Harak y así conservar su vida, su familia y sus propiedades, pero dejando abandonada a su prometida; también es muy impactante la escena en la que cocineras, la familia de Airic y ella misma presencian el asesinato accidental de Holdar. Después encontramos imágenes más centradas en la batalla: cuando, desde una ventana, Viana asesta una flecha en el corazón de Harak y, aunque el lector espera su muerte, éste la extrae sin más contratiempos. Es una novela en constate movimiento y que refleja muy bien el amor, la venganza, la cobardía, el odio, la pena por la muerte de su anciano padre…
Las fuentes más indiscutibles en las que Laura Gallego se basó son variadísimas, desde la época medieval, seres imaginarios, la existencia de un grial que da vida, transformaciones de árbol a persona y viceversa, batallas épicas, amores imposibles… pero de entre todas estas fuentes, me parece muy importante destacar la que más me hizo sentir, la que me hizo alojar en mí un sentimiento de pena y de desasosiego, el momento en que Uri se convierte en árbol:
“Corrió hacia él gritando su nombre, mientras el muchacho era cada vez menos humano, mientras de su pelo y sus dedos brotaban hojas tiernas, mientras su rostro desaparecía bajo la corteza, mientras sus piernas se fusionaban y de sus pies nacían raíces que se asentaban firmemente en el suelo. Viana se abrazó llorando a su cintura –a su tronco- sin dejar de repetir su nombre y de suplicarle que no se fuera, que no la dejara. Pero ni sus ruegos ni sus lágrimas lograron detener la transformación y, cuando el sol ya se alzaba en lo alto, Viana yacía a los pies de un árbol joven que erguía sus ramas con orgullo.”

Esta transformación nos remonta a la metamorfosis del mito de Apolo y Dafne, en la que la ninfa se convierte en árbol huyendo de Apolo. Por eso, observamos que la novela está plagada de guiños a importantes elementos tanto de la mitología griega, la tradición medieval y fantástica de la literatura universal. Esto es lo que convierte a Donde los árboles cantan en una novela para todos los lectores, sin edad concreta.



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