jueves, 31 de enero de 2013

DÍAS DE REYES MAGOS


Título: Días de Reyes Magos
Autor: Emilio Pascual
Editorial: Anaya
Primera edición: enero 1999
Cuarta edición: noviembre 2000
Premio Lazarillo 1998
Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2000
Ilustración: Javier Serrano





El relato está estructurado en quince capítulos y cada uno de ellos tiene un título. 

Esta vez, Emilio Pascual nos presenta a un chico que nos dice que a los ocho años dejó  de creer en los Reyes Magos. A lo largo de relato nos enteraremos que se lo dijo un compañero de clase, Guille. Nos hace una breve explicación sobre sus padres y cuenta que su madre le pegó una bofetada, esperaría a tener dieciséis años para irse de casa pero no se fue, el que sí lo hizo fue su padre. 
Su progenitor había pertenecido a un grupo teatral cuando era joven, tenía una memoria increíble para la poesía y los demás géneros literarios además de tocar algún instrumento. No tenía dinero pero todos los días volvía a casa con comida. Cuando el relato termina, nos damos cuenta a la vez que lo hace el protagonista, de que su padre era un hombre que trabajaba como estatua, payaso o como ciego y que guió a Ulises durante los meses de verano junto a Cali. El nombre del chico aparece casi al final pero parece significativo. Cali, Calipso es su amiga, más que eso, ya que él está enamorado de ella. Ulises no quiere ir al colegio porque no le enseñan lo que él quiere que le enseñen y el resto es una pérdida de tiempo. Amante de las matemáticas, se va a ver enredado en un mundo literario que le harán cambiar y ver la vida de otro modo. El único libro que poseía era El principito, el resto de obras irán apareciendo en su buzón como por arte de magia, sin saber quién es la persona que introduce aquellos libros allí. Sospecha que es Cali y la llama para darle las gracias. El club de los poetas muertos y La guerra de los botones son los primeros libros que aparecen en el buzón. Ulises decide acercarse al ciego que tanto le llamaba la atención en el metro y al que escucha recitar, se hace amigo de él y a partir de aquí empieza su trabajo: leer todo lo que el invidente la 
pida. A lo largo del relato aparecen obras de todo tipo: La vorágine, El principito, El Lazarillo, Luces de Bohemia, Matar a un ruiseñor, El viejo y el mar, El concierto de San Ovidio, El conde de Montescristo, Marianela, La isla del tesoro, El Quijote, Los viajes de Gulliver, La Odisea, Bambi, fragmentos de la Biblia, etc.
Estos libros van apareciendo en el buzón de Ulises o se los trae el ciego para que se los lea. Él había dejado el colegio pero recupera en septiembre con buena nota literatura y el resto de asignaturas. Su amor por la literatura va creciendo poco a poco y su aventura con el ciego le llenaba de satisfacción. Su profesora de literatura lo había visto en alguna ocasión por el metro preguntándole por su ausencia pero él mentía diciendo que su padre estaba en el hospital,  grave. 
El chico no sabía muy bien de donde venían los libros que encontraba en el buzón y la primera vez que los encontró llamó a Cali, la cual le contestó: “[...] si nieva en mayo, no veo por qué no pueden venir los Reyes” (pág. 52).  Irónicamente le decía que eran los Reyes Magos los que había dejado en su buzón todos aquellos libros. 

Mientras se encuentra en el metro, ve de todo y no puede evitar pensar: “Pero, si todo el mundo es teatro y nuestra vida una representación, debía reconocer que, en el gran teatro del mundo, a algunos les habían caído papeles peores que los míos” (pág. 46). El metro era una fauna humana y su padre siempre había querido escribir una novela sobre un hombre al que el metro devora. Ulises va creciendo con la ayuda del “ciego de los romances” (pág. 65), el acceso a las lecturas y con la ayuda de su amiga Cali. No va mucho por casa porque no le gusta estar con su madre, parece que no le ha perdonado el bofetón que le proporcionó siendo un niño. 
El ciego, su padre, le pide un día que le lea algo que realmente desee y como Ulises solo tenía un libro, El principito , es el que le lee y parece que consigue emocionar al hombre. Nadie como él le había leído nunca así un libro. El verano termina y el ciego se despide de Ulises pero no sin antes hablarle del amor hacia los hijos. "Tener hijos es un problema, porque unca sabes cómo hablar con ellos. Siempre se interpone el fantasma de la edad y la estatura: o por exceso o por defecto. No hay cosa más difícil que decirle a un hijo 'Te quiero'. Cuando puedes decírselo, no les importa, y cuando les importa, no sabes decírselo" (págs. 120-122). Esta sería la forma en la que el padre de Ulises le dijera te quiero antes de morir, o ser devorado por el metro, como él pretendía escribir en aquella novela que nunca terminó. 

En los últimos capítulos se nos presenta el nombre del joven, y guiados por unas llaves que llegan en un paquete, Ulises descubre una buhardilla en la que vivía su padre y unas cartas escritas por Cali que le explican todo lo ocurrido. Unos días antes su madre le ha dado una noticia: su padre ha muerto. En las cartas encuentra todo tipo de respuestas: sus padres, la profesora de literatura y Cali habían ideado todo esto para que Ulises, o simplemente “NADIE” como se dice en la página 125, aprendiera a encontrar en los libros todo lo que necesitaba para darse cuenta del valor de la literatura en la vida. “El ciego no sólo me enseñó a leer, sino a vivir” (pág. 119). Y así fue, su padre le enseñó a vivir.  En las cartas encuentra una noticia, es acerca del ciego que solía ir por el metro, y que el metro mató. Al hacerle la autopsia supieron que no tenía ninguna lesión en los ojos. El hombre vivía en una oscura buhardilla en la que escondía muchos libros y sus disfraces para trabajar: el de ciego, estatua y payaso que tantas veces había visto Ulises por las calles y el metro. Encontró una grabadora con una cinta en la que escuchó su voz leyendo El Principito.


Emilio Pascual ha conseguido cautivar al lector con este relato que no solo nos presenta una larga lista de libros sino que nos da una lección de vida. Este “ciego” enseña a su hijo desde los ropajes de un disfraz que la respuesta a todo está en los libros y que sin ellos no se puede entender la vida. Gracias a todos los ejemplares que lee el chico, decide no marcharse de casa, y recupera las asignaturas, aprender. Los quince capítulos tienen título que nos acercan a lo que vamos a encontrar en ellos por ejemplo: 1. La huida,  2. Mi padre, 3.Cali, 4. El metro, 5. Mi madre, 6. El ciego, 7.El romance, 8. Las navajas, 9. El verano, 10. La sorpresa, 11. Los dioses, 12.Las llaves, 13. La buhardilla, 14. Las cartas, 15. La caja de música.

El lector queda cautivado con este relato que logra devolver de cierta manera al protagonista la ilusión por los Reyes Magos, esos Reyes que le dejaban libros en el buzón y que consiguieron devolverle la ilusión.
También hacer mención a las ilustraciones que aparecen en los capítulos que nos acercan las ideas que Emilio Pascual nos quiere transmitir. 



Días de Reyes Magos se puede llevar a las aulas de secundaria para trabajar la intertextualidad, la importancia de la lectura dentro de una cultura como la nuestra. Seguro que muchos de ellos, al igual que Ulises piensan que en el colegio no se les enseña los que ellos quieren, pero si realmente quieren aprender, los libros son una fuente maravillosa para aprender a vivir. En cualquiera de ellos se puede encontrar una lección de vida, en todos y cada uno de los  libros que aparecen a lo largo del relato y que se pueden trabajar en las aulas de secundaria, aunque no en su totalidad, como por ejemplo El Quijote porque como dijo "Anónimo", es decir el ciego, el padre de Ulises: "El Quijote es como el botillo berciano: hay que tener buen estómago y comerlo con juicio. De lo contrario, corremos el riesgo de sufrir una indigestión y perder las ganas de repetir. Y sería una gran pérdida". (Pág. 114). Tampoco podemos olvidar lo que apunta Cali sobre los profesores que transmiten amor por la lectura: "[...] ¿Y no te has dado cuenta de que los que sienten verdadera pasión por la lectura la transmiten sin necesidad de recomendaciones? La pasión por los libros es como el amor: no puede ocultarse" (Pág. 116).

Y no podríamos terminar este comentario sin plasmar el final: 

            Dicen que el cielo está arriba, tal vez porque Jesús de Nazaret ascendió desde un monte y el barón 

            Cósimo Piovasco de Rondó subió desde los árboles. Yo sé que está abajo, porque mi padre 

            descendió a  los cielos desde  los oscuros túneles del metro. 

                                                                ¿FIN?


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