domingo, 13 de enero de 2013

Caperucita en Manhattan


Caperucita en Manhattan

  1. Referencia bibliográfica completa

·         Título: Capertucita en Manhattan
·         Autora: Carmen Martín Gaite
·         Primera edición: noviembre 1990
·         Cuarta edición: febrero 1991
·         Ediciones siruela, 1990. Plaza de Manuel de Becerram 15. El Pabellón 28028. Madrid
·         En sobrecubierta: la estatua de la libertad de Norman Rockwell (1946)
·         Foto contraportada: Federico Latorre
·         Colección dirigida por Michi Strausfeld
·         Diseño gráfico: J. Siruela
·         Número de páginas: 205

2. Resumen del contenido

La Capertucita de Carmen Martín Gaite es un tanto peculiar. Esta versión neoyorkina de la niña que vestía de rojo, como diferencia con la de Perrault que iba dirigida a niños, va destinada a la lectura juvenil. Al ser una historia tradicionalmente conocida se supone que el lector tendrá el intertexto suficiente como para reconocer la obra.
            A lo largo de todo el libro es abundante la adjetivación y las descripciones detalladas. Como ejemplos: la estatua de la libertad (p.15) o cuando habla del edificio de Dulce Lobo (p. 105). Además, también tiene explicaciones destinadas a jóvenes, ya que en teoría, un adulto tiene que tener la suficiente cultura general como para conocerlas. Como muestra: explica que la Estatua de la Libertad fue un regalo de Francia (capítulo 4), o habla de Manhattan como la forma de un jamón  (durante toda la obra).
            Durante todo el escrito, la autora utiliza un lenguaje sencillo, que puede ser entendido por los jóvenes con facilidad salvo alguna palabra puntual como faltriquera (p.118) o gamo (188), aunque por el contexto también pueden ser deducidas.
            Algo significativo, que puede hacer que el lector recuerdo sus lecturas infantiles es que nombran el zapatito de cristal, refiriéndose a Cenicienta (p. 123), o cuando se dice que llega tarde, figurando al conejo de Alicia en el País de las Maravillas (p. 132) aunque esta obra la nombra claramente la protagonista, junto a Robinson Crusoe o la propia Caperucita Roja (p. 22).
            Como he citado anteriormente, el lector tiene el suficiente intertexto como para conocer los grandes rasgos que representan la historia de Caperucita Roja, aunque un poco adaptada a la sociedad actual.  Una niña vestida con un chubasquero rojo que visita a su abuelita, para llevarle una tarta en una cesta; aunque esta vez en vez de cruzar el bosque andando coge el metro para llegar. Sara, que así es como se llama la protagonista, también se encuentra por el camino con un lobo, aunque esta vez, es un hombre mayor. El señor también se llama así por su apellido Woolf (lobo en ingles). Y como hilo conductor utilizan la tarta de fresas que la madre de Sara hacía a su abuela todos los sábados. Casualmente, la que peor sabor tenía de las 75 clases de tarta que hacían en la pastelería de este señor: el Lobo Dulce.
            Por último, y como novedad, en esta obra respecto a la de Perrault aparece la señora Lunatic, que figura ser el espíritu de la Estatua de la Libertad que tanto le gusta a Sara y quien le anima a ser libre y no tener miedo a nada. Como muestra de ello textualmente le dice: “A quién dices tu secreto das tu libertad” (p.151).

3. Crítica y valoración

            El libro de Caperucita en Manhattan me ha parecido muy ameno y entretenido. Considero que es un buen manual de literatura juvenil puesto que simplemente por su título ya llama la atención de los adolescentes, al menos de las chicas. A simple vista, puede despertar la curiosidad  de lo chocante del cuento tradicional que a todos nos han contado de pequeños de Caperucita Roja con la novedad de que ésta se encuentre en Manhattan.
            En cuanto a la estructura de la obra, el hecho de dividir el libro en dos partes: sueños de libertad y la aventura, puede perder un poco al lector. La primera parte acaba cuando Sara se queda con su vecina porque sus padres se tienen que ir al funeral de su tío. La segunda empieza hablando sobre la vida de miss Lunatic y llega un momento en que el lector puede echar en falta la presencia de la niña, puesto que tarda casi tres capítulos en volver a aparecer.
            Respecto a la estructura del resto de la obra me parece adecuada ya que tiene gran cantidad de descripciones que hace que el lector se encuentre situado en todo momento y los cambios de situaciones también suelen estar encadenados de manera adecuada y bastante previsibles. Por ejemplo desde el principio de la historia se habla constantemente de la tarta de fresa de la madre de Sara y a continuación, cuando aparece el señor Lobo se hace especial hincapié en su preocupación porque ésta no es la gran especialidad de su pastelería. Para finalmente hacer que el empresario se encuentre con Sara y acuda a casa de la abuela.

4. Breve conclusión

Como ya he citado anteriormente, considero que este libro es una lectura amena y entretenida. A lo largo de estas 205 páginas el lector puede ver en el fondo la tradicional historia que todos conocen sobre Caperucita Roja, aquella niña pequeña que vestía de rojo para visitar a su abuelita. En este caso, ésta no está enferma, el único mal que tiene es el de amores. Respecto al lobo, es un rico empresario que llega a casa de la abuela para conocer la receta de una de sus tartas, la de fresa, coincidiendo con que era fan de ésta cuando era joven.
            Gracias a este libro los adolescentes pueden ver una parte modernizada del cuento de Perrault. 

Gema Mirón Díaz

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