jueves, 17 de enero de 2013

Memorias de una Vaca

 
Axel Ramírez Vitoria/ Memorias de una vaca, de Bernardo Atxaga (pseudónimo de José Irazu Garmendia), es una novela infantil-juvenil que, en clave de fábula y con mucha ironía, el escritor plantea eternos dilemas sobre los que los jóvenes lectores comienzan a reflexionar.

Lejos de ofrecer moralejas baratas y unívocas, el escritor decide trasportar al joven a la gris realidad del mundo rural del País Vasco en la inmediata posguerra. De la mano de Mo, la vaca protagonista, intentará desvelar los secretos que esconden el conflicto soterrado. Por el camino, descubrirá qué es ser “una vaca”, el ser humano: el constante estado de duda.


Lenguaje sencillo, narración compleja


A la vez que aborda ideas cada vez más complejas y adultas, Atxaga recurre a un estilo mixto: por un lado, conserva características de la literatura juvenil, como el léxico simple, el registro coloquial (para campesinos y vacas), el uso de onomatopeyas (el “karral” para asemejar toda enunciación alemana), diálogos constantes, escenas de acción y persecución cada cierto tiempo para amenizar la lectura e imprimirle tensión, humor y figuras retóricas sencillas, como el símil, la metáfora, sencillas sinestesias (como cuando asemeja el alma al sonido de campanas o becerros) o la reiteración de frases y palabras para evocar la forma en que las vacas rumian los pensamientos igual que la comida. A su vez, como un cuento, se aborda desde una perspectiva costumbrista que deviene historia de misterio.

Por otro lado, desde el punto de vista narrativo, la complejidad es mayor y requiere un esfuerzo por parte del lector. El libro está escrito como si la misma protagonista escribiera sus memorias sobre la marcha (narrador protagonista), sin corregir ni revisar la cohesión, por lo cual incorpora flashbacks, divagaciones, incisos y elipsis. Especial atención merecen los fragmentos intercalados de Mo con Bernadette, su nueva dueña. Por otro lado, a esta dificultad creciente debemos sumarle el empleo del lenguaje figurado y la ironía, un tipo de humor que puede escaparse a los lectores de edades más tempranas.

Mención aparte merece el uso de extranjerismos galos y, sobre todo, la alusión frecuente del intertexto del lector en la forma de dichos y poemas tradicionales, muchos de ellos transfigurados en máximas bovinas. Estas expresiones y vocablos permiten trabajar con los significados, relacionar con refranes y proverbios hermanos y progenitores e incorporarlos al registro del joven lector. Sin embargo, el mayor potencial didáctico se encuentra en los temas que trata la obra.


Saludable conflicto


Uno de los recursos principales sobre los que se vertebra la obra es la oposición de dos realidades en principio antepuestas: la razón contra el espíritu, la fe contra la incredulidad, lo material contra la mente, el corto contra el largo plazo, la satisfacción física contra la mental o la seguridad, la indolencia y resignación contra la rebeldía, la sabiduría (tristeza) contra la vida sencilla (felicidad), lo natural contra lo artificial...

Atxaga se vale de Bernadette, la nueva dueña de Mo, que representa la fe simplona y muy inocente, El Pesado o conciencia de Mo, que aboga por lo natural, la seguridad y el deleite mental y la propia Mo, práctica y mundana. De esta forma, exponiendo ideas de unos y de otros, alabando en ciertos pasajes sus virtudes y mofándose en otros de sus defectos, el escritor presenta al lector varias posibilidades y argumentos. Independientemente de lo que hagan los personajes, obliga en cierta manera al lector a tomar partido, decantarse por un bando u otro.

Este permanente conflicto es una de las mayores virtudes de “Memorias de una vaca”, ya que apela a un público al que exige valorar posiciones y reflexionar sobre temas de interés.

La diferencia como tema central


Algunos de estos temas de potencial interés para el lector adolescente son la aceptación de las diferencias y de uno mismo y la libertad. Muchos personajes reniegan de su propia naturaleza, se rebelan contra el orden establecido o vilipendian uno u otro animal o posición. Sin embargo, a través de Mo, que ya es vieja y mucho más sabia, Atxaga descubre al lector la ligereza de sus prejuicios iniciales y muestra que ser libre es elegir. Y lo consigue a través de situaciones de gran carga simbólica que invitan a la introspección.

Por ejemplo, la forma en que La Vache qui Rit, que siempre se había sentido libre, con corazón salvaje, acaba renegando de su condición vacuna para unirse a un grupo de jabalíes, dejando sola a Mo, puede interpretarse de varias maneras: ¿Es una alegoría de las bandas juveniles? ¿O acaso se trata de una vaca que “sale del armario”, trata de la homosexualidad? ¿Alude a la pérdida progresiva de las amistades por diferentes intereses? Mo decide seguir siendo una vaca... ¿acaso ha madurado?

A través de este y otros capítulos, se repite a su vez la idea de que que todos tienen su lugar, que cabe encontrar gratas sorpresas en las situaciones más miserables y que pese a las taras, toda persona tiene cualidades envidiables. Así, el docente puede recomendar este libro para trabajar la tolerancia. Pero no sólo sirve de trampolín para tratar actitudes y valores, también encierra lecciones de historia.

La posguerra como marco


Los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil Española en los montes vascos conforman el contexto de las memorias de Mo. De esta forma Atxaga integra en el relato la carestía, la represión, el sabotaje y lucha encubierta de los maquis, la vigilancia entre vecinos, las consecuencias de la guerra, los beneficios de aquellos que colaboraron con el régimen fascista, el exilio... Además, alude a la Segunda Guerra Mundial y el papel del ejército germano en tierras españolas.

De igual manera que con otros asuntos, estas ideas se abordan de manera tanto figurada como directa. Por ejemplo, los maquis terminan huyendo a Francia pero... ¿no es cierto que Mo escribe desde allí? ¿Está exiliada también? Si es así, sobre volver a su granja natal... ¿Acaso no han matado a todas sus compañeras ya, todo es diferente? ¿No huyen ella y La Vache qui Riu a los bosques y montes, como los maquis, escapando de los viles campesinos? Si el señor Otto es un agente infame de Alemania... ¿No representa la monja Bernadette la salvación del exilio francés?

Época y lugar pueden despertar el interés del lector y servir para comenzar a tratar la conflagración desde otros puntos de vista, sumando a su utilidad didáctica. Sin embargo, diferencia y Guerra Civil distan de ser las únicas cuestiones susceptibles de ser trabajadas a través de la lectura de la obra.

Multitud de temas de interés


De manera similar a ambos pilares centrales, Memorias de una vaca encierra decenas de temas que llamarán la atención del lector adolescente, intrigarán y pueden servir de punto de partida para profundizar sobre ellos: la defensa de los amigos, la soledad, la venganza, la pena capital, el miedo, el aburrimiento, el maltrato animal, el maltrato psicológico y físico, la falta de empatía, el matrimonio, el amor no correspondido, la condición social de las mujeres en aquella época, las obligaciones familiares, la inmadurez...

Especial interés merecen conceptos secundarios como el crecimiento personal. A medida que Mo crece, va ganando en sabiduría, sí, pero también en añoranza, melancolía, y decepciones. Este paralelismo apela a la pérdida de la inocencia del adolescente, que asume cargas, responsabilidades y malas experiencias. Aunque Atxaga refleja también la evolución personal (“de Alfa a Omega”).

De igual manera, incluye ciertas alusiones a la locura, como los delirios visuales de Mo en su soledad o su posterior interpretación de El Pesado, que califica de doble personalidad. También menciona en diversas ocasiones que Bernadette y La Vache no son cabales y que sólo ha trabado amistad con locos. ¿Quizás todos estemos locos, a su manera?

Duda terapéutica


Otra duda más en un mar de preguntas, esta obra las arroja en olas contra el lector. Es más, el libro menciona la inseguridad final, el no saber cuándo se va a acabar, para reafirmar que siempre se está aprendiendo. Memorias de una Vaca invita a la libre reflexión sobre cuestiones vitales, lingüísticas, históricas... una reflexión que enriquece y que ofrece infinidad de posibilidades didácticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario