EL POLIZÓN DEL ULISES, de Ana María Matute.
Nieves Castells.
El Polizón del Ulises, de Ana María Matute. 1965. Editorial Lumen, Barcelona. Colección Grandes Autores. Edición de 1974.
Fue galardonada con el Premio Lazarillo de literatura infantil en 1965.
Todos los niños del mundo, menos uno, crecen.
Peter Pan.
Con esta frase de Barrie nos introduce Ana María Matute en el mundo de Jujú, dueño y capitán del Ulises.
Jujú es un bebe gitano huérfano que un buen día aparece abandonado dentro de un capazo en la puerta de la finca de tres hermanas solteronas: Etelvina, Leocadia y Manuelita. Las adineradas terratenientes deciden adoptarlo y lo bautizan con el nombre de Marco Amado Manuel, aunque cariñosamente le llaman Jujú. Lo educan cada una según sus aficiones, Etelvina le enseña a leer y escribir e historia, Leocadia buenos modales, gusto por las flores, la vida de los animales y poesía, y Manuelita a trabajar y ser un hombre de bien. Estos conocimientos, muy superiores a lo que sería normal en un chico de su edad, hacen que el mundo interior de Jujú crezca de manera desbordante.
Con diez años de edad, y por no tener contacto más que con sus tres tías, Jujú se aburre soberanamente, y aprovecha cualquier momento, como el de la siesta, para subir al desván, donde imagina que es el capitán de un barco, el Ulises. Allí pasa las tardes imaginando cientos de aventuras junto a la señorita Florentina (una paloma) y su fiel Contramaestre (un perro). Un día de invierno aparece en su barco un Polizón, un marinero que huye de la justicia y está herido. Jujú, primero coaccionado y después guiado por su buen corazón, ayuda al Polizón a curar su herida y le lleva comida, ocultándolo de sus tías en el desván. Poco a poco nace entre ellos la amistad, y entre historias y aventuras que se relatan mutuamente, planean su huída juntos hacia el mar. Sin embargo, el día señalado para escapar, Jujú se debe enfrentar a la dureza de la realidad: el Polizón no es quien decía ser. El desenlace inesperado, será transcendental para el desarrollo del niño, que súbitamente se transformará en adulto.
Ana María Matute, que escribió su primer cuento a la edad de cinco años, es una enamorada de la literatura infantil y por supuesto de los cuentos tradicionales. Como gran defensora del cuento clásico esta absolutamente en contra de los finales felices edulcorados. Suele decir que no son útiles para los niños.
Su discurso de entrada en la Real Academia Española lo tituló En el bosque:
…los llamados “cuentos de hadas” no son, por supuesto, lo que la mayoría de la gente cree que son. Nada tienen que ver con la imagen que por lo general se tiene de ellos: historias para niños, a menudo estupidizadas y banalizadas a través de podas y podas “políticamente correctas”, porque tampoco los niños responden a la estereotipada imagen que se tiene de ellos. Los cuentos de hadas no son en puridad otra cosa que la expresión del pueblo: de un pueblo que aún no tenía voz, excepto para transmitir de padres a hijos todas las historias que conforman nuestra existencia. De padres a hijos, de boca a boca, llegaron hasta nosotros las viejísimas leyendas. Pero en esas leyendas, en aquellos “cuentos para niños” —que, por otra parte, fueron recogidos por escritores de la talla de Andersen, Perrault y los hermanos Grimm, por ejemplo— se mostraban sin hipócritas pudores las infinitas gamas de que se compone la naturaleza humana. Y allí están reflejadas, en pequeñas y sencillas historias, toda la grandeza y la miseria del ser humano.
El Polizón del Ulises, a pesar de estar destinada a un público joven, mantiene las características que marcan la obra de Ana María Matute: compromiso social, una visión realista y sin embargo imaginativa, un mundo lírico y sensorial, emocional y delicado. Sus textos se ambientan con frecuencia -y en el caso que nos ocupa, sin duda- en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra. El enfoque de la percepción de la atmósfera posterior a la Guerra Civil Española desde el punto de vista de la infancia, fue una característica común a otros representantes de su generación, la llamada “generación de los niños asombrados”.
El Polizón del Ulises es un breve relato de aventuras, un cuento que recuerda a los clásicos. La historia se sitúa en un lugar y un tiempo indefinidos, en un pueblo del interior, y probablemente en los años de la posguerra:
La historia que voy a contar arranca de cierta noche de mayo, en casa de las tres señoritas. Ocurrió hace tiempo pero la verdad es que lo mismo pudo ocurrir hace cien años, que dentro de otros cien, que ayer, o que hoy. Porque esta es sólo la historia de un muchachito que, un buen día, creció.
Así comienza el relato y de la misma forma, cíclicamente, termina. El libro rezuma ingenuidad y ternura, y un cierto tono humorístico que desprenden algunas situaciones y personajes pintorescos, como las tres tías bondadosas. Sin embargo la autora nunca pierde de vista la realidad: el miedo, las necesidades, el hambre, y las obligaciones del trabajo duro.
El texto responde a un argumento sencillo que se desarrolla de forma lineal. Consta de trece capítulos, donde el primero tendría las características de un prólogo: nos presenta los personajes principales; y el decimotercero de un epílogo: tras una elipsis de tiempo entre el capítulo anterior y el presente, el personaje ha madurado de pronto, ha despertado al mundo de los adultos.
Los dos primeros capítulos nos presentan el descubrimiento del bebé y su etapa de aprendizaje; en el resto de capítulos, prácticamente la totalidad del libro, la autora se demora en relatar los pormenores de la amistad del protagonista con el prófugo.
Los títulos de los capítulos son bastante descriptivos respecto de lo que acontecerá en ellos:
1- La casa de las tres señoritas.
2- Así vivió Jujú en casa de las tres señoritas.
3- Así vivía Jujú en el Ulises.
4- Una noche de lobos.
5- Jujú recibe un susto.
6- Jujú toma una decisión.
7- El entrepaño secreto cumple su función.
8- El mar, la injusticia humana y varias cosas más.
9- Diario de a bordo del Ulises.
10- Jujú cumple once años.
11- El gran día amanece.
12- El río.
13- El despertar.
En cuanto al lenguaje es sencillo y claro, con oraciones simples y salvo algunas palabras, de fácil comprensión para el joven lector. El texto, lleno de preciosas descripciones y maravillosos retratos, rezuma ingenuidad y ternura y, como es habitual en las obras de Ana María Matute, el personaje protagonista es “diferente” de los demás.
La narración, como corresponde al género, es en tercera persona, con frecuentes intromisiones de la primera persona, que convierten a la narradora en un personaje más del relato. La empatía de la autora por el universo infantil, nos adentra en su mundo de magia y fantasía, pero sin ninguna afectación, con la realidad patente de quienes realmente somos, como sólo un espíritu niño podría guiarnos.
Creo que sería una lectura acertada para 1º o 2º de la ESO. Tanto por los valores que transmite: la amistad, la responsabilidad, el deseo de libertad, el amor por la naturaleza; como por el tema principal: el despertar de un niño al mundo de los adultos, sería una lectura adecuada para chicos de 12 a 14 años. Seguro encontrarán un espejo en el que verse reflejados en esta joya literaria.
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