domingo, 27 de enero de 2013

Relatos de la pequeña historia


Isabel Martínez Moreno//

Un avión asciende rápido hasta rozar con sus alas el algodón mullido de las nubes pero en un instante puede caer estrepitosamente contra el frío suelo, que todo lo frena. Cielo abajo narra el sentimiento que produce ese contraste entre lo que uno anhela y lo que en realidad se encuentra. Fernando Marías ofrece al lector una visión detenida, realista y profundamente dolorosa de la Guerra Civil española. Un relato que le valió el II Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil y el Premio Nacional en esa misma modalidad en 2006.
El narrador es un escritor frustrado, que ha perdido la confianza en su trabajo y en sí mismo. Recibe una oportunidad laboral de manos de un amigo. Tiene que quitar el papel de la pared de una vieja guardilla situada en Atocha, cuyo inquilino acaba de marcharse. Ahí comienza una historia que traspasa las letras para vivir libremente en la imaginación del lector, que no podrá borrar de su cabeza, al menos mientras le queden páginas a este libro, el nombre que aparece grabado en la pared de la vivienda. Constanza. La fecha que lo acompaña habla de la Guerra Civil y este escritor pone a funcionar su imaginación hasta que la realidad le sorprende con algo mucho mejor de lo que nunca habría intuido.
Llega un paquete y decide abrirlo. Es un manuscrito encuadernado en color verde. Una vez ahí, comienza a leerlo. Las páginas que tiene entre sus manos resultan ser las memorias de Joaquín Dechén, el propietario que acaba de abandonar el piso en el que él se encuentra. Un cúmulo de casualidades que le llevan a continuar leyendo y a dejarse llevar por los acontecimientos que se presentan.
El inquilino aparece en busca de su libro y el escritor le miente para poder seguir leyéndolo. El primero decide marcharse a la espera de que llegue el paquete, el segundo opta por seguirlo y es descubierto. Ahí se cruzan irremediablemente los caminos entre la realidad del narrador y la historia que se oculta entre las páginas del manuscrito.
Existen tres Costanzas y Dechén fue un huérfano que eligió ser piloto de aviación en lugar de cura. Su verdadero nombre, Javier Álvarez, morirá con él. Además, el autor de estas memorias narra cómo se convirtió en hombre de confianza de Luis Cortés un aviador del bando nacional que lo enviaría como espía de un matrimonio. Se trataba de Constanza y Ramiro, un piloto afín al bando republicano. Ella dará a luz a su niña mientras la aviación nacional bombardea Madrid y él defenderá la República hasta sus últimas consecuencias. La capital es ocupada y Dechén vuelve junto a Luis Cortés. Asciende rápidamente en el ejército sublevado pero no consigue olvidar a ninguna de las dos Constanzas. Y esa casualidad del inicio es la que le hace encontrarse con la tercera, para quien van dirigidas estas memorias en las que dos realidades paralelas,  que comienzan separadas por más de cinco décadas, ven como sus caminos se cruzan. Aunque el final aún está por llegar, pero no seré yo quien me interponga en el camino de la historia que narra este magnífico libro y el lector.
La obra, escrita con una precisión descriptiva sublime es un viaje continúo entre las aventuras que vive el narrador y los relatos que va leyendo de las memorias de Dechén. La tipografía ayuda al lector a identificar en qué historia se encuentra, aunque todas están precedidas por un sugerente título. Prueba inequívoca de que está dirigida a un lector juvenil que necesita sentir curiosidad por lo que va a suceder a continuación y esta obra lo consigue. Fernando Marías crea un clima de misterio e incertidumbre que mantiene atrapado a un lector qué está obligado a realizar una inferencia tras otra para suponer que va a suceder como único mecanismo para entender lo que está sucediendo.  
El realismo que impregna el relato desde sus primeras páginas te advierte que los finales felices pertenecen a historias oníricas y ésta no lo es. Sin embargo, es esa claridad en la narración la que dota al lector de alas para ver un Madrid asediado, reducido a escombras; oír los aviones sobrevolando y las bombas detonar a unos metros; oler el miedo de quienes se saben vencidos o sentir el calor de la mano de Ramiro apretando la de Constanza.  
Cielo abajo presenta, como ya se ha comentado, una estructura narrativa con cierto grado de complejidad que a un lector del primer ciclo de la ESO le puede resultar dificultosa. Sin embargo, los alumnos del segundo ciclo y los de Primero de Bachillerato son un lector potencial excelente para este libro. Especialmente estos últimos porque su capacidad crítica y el desarrollo integral que se espera de un alumno que ha terminado la educación obligatoria, unido a  su intertexto, les va a permitir establecer relaciones significativas con sus conocimientos previos no sólo en Literatura, sino también en Historia. De manera que tendrán la oportunidad de ir más allá de una lectura plana, en la que atiendan a la historia de los personajes, y podrán escarbar entre los sentimientos que florecieron en aquella España que herida de muerte se negó a doblegarse. Además, descubrirán la fuerza de la palabra dada y también de la escrita en la figura de Joaquín Dechén.
La lectura de esta obra es un ejercicio de honestidad que te acerca a la pequeña historia, a la de las personas que nunca encontraremos en los libros de la gran historia, como intentaba explicar el personaje de Silencio en el Corazón, y que sin embargo escriben la verdadera historia, la que ocurre cielo abajo.

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