La versión leída de La
Catedral, tercera edición de la editoral SM perteneciente a la colección Los libros de César, presenta unos
anexos que pueden resultar interesantes, pues representan una manera de
acercarse a los lectores y profundizar en la comprensión de la obra: en el primero el autor, César Mallorquí, se presenta a través
de una biografía ilustrada; en el segundo aparece una entrevista que puede
resultar útil a la hora de indagar varios aspectos de la obra y, finalmente,
incluye una reseña de libros y películas que presentan temas o ambientaciones
parecidas a las propuestos por La
Catedral.
César Mallorquí, hijo del conocido novelista José Mallorquí (autor
de El Coyote), ha crecido en un
ambiente literario, por lo que no extraña su vocación por la literatura
infantil y juvenil, a la que, sin embargo, se dedicó después de muchos años
trabajando como periodista, guionista de radio y creativo publicitario en diversas
agencias. Desde entonces, ha publicado varias obras, gracias a la que ha ganado
importantes galardones: con La Catedral,
por ejemplo, obtuvo el Premio Gran Angular en 1999.
La Catedral es un relato lleno de enigmas, que nos introduce
directamente en el mundo de la construcción de catedrales, de los soldados templarios
y de las cruzadas, es decir, una ventana abierta a la Edad Media. Para ello, el
libro permite al profesor aproximarse o profundizar en la literatura medieval,
época lejana pero, precisamente por eso, atractiva proponiendo, a la vez, una
lectura capaz de cautivar a los alumnos desde la primera línea y ayudándoles a
conocer, de manera dinámica y amena, el contexto histórico en que se inscribe. En
mi opinión, pues, podría resultar particularmente provechosa para los alumnos
de 3º de la ESO, etapa en la que se prevee el estudio de la literatura
medieval.
En cuanto al espacio y al tiempo, los hechos se sitúan en el siglo XIII (1281), en la catedral de Kerloch
en Bretaña. Sin embargo, el joven protagonista alcanza este destino a lo largo
de un viaje que empieza en Estella (Navarra), su ciudad de origen, pasando por varios
lugares de la Cristiandad, elemento omnipresente de la obra, como, por ejemplo,
el camino de Santiago o Roncesvalles.
El libro representa la vida en la Edad Media, ambientación de la novela,
con el heterogéneo repertorio de personajes, que permiten detectar y
profundizar en los varios temas propuestos en la obra. Se empieza por la
libertad, sujeto que es presentado al protagonista Telmo por su padre, cuando
este le explica los tres poderes existentes en la Cristianidad: el ejército, el
eclesiástico y la nobleza “Sin embrago, ninguna de estas castas es realmente
libre (…) Francmasón significa albañil
libre. Libre, Telmo, porque un masón no está sujeto a poder alguno” (pág.20).
Y Telmo es libre, como veremos a lo largo de la obra: libre de ser dueño de su
destino, libre de elegir entre el bien o el mal, entre el teologismo o el
esoterismo. No obstante, no había muchas otras situaciones parecidas a la suya
en la época medieval, por lo tanto, el autor quiere que los lectores
reflexionen sobre el hecho de que la libertad de la que gozamos hoy en día no
siempre estuvo al alcance de todo.
Seguimos, después, con el mundo de la Masonería y la ceremonia de aceptación
en la Logia de Telmo, ya un prometedor escultor, por parte de su padre, maestro
constructor (posición más alta entre los masones), el día de su decimocuarto
cumpleaños. Sin embrago, Telmo no podrá beneficiarse durante mucho tiempo de
sus preciados preceptos, ya que, al cabo de pocos meses, tendrá que empezar su tour, como “imaginero” para la construcción
de la catedral de Kerloch, con el objetivo de investigar la misteriosa
desaparición de Thibaud de Orly, maestro constructor de su padre. En su viaje
hacia Bretaña será acompañado y protegido por tres personajes de orígen danés: Erik,
Gunnar y Loki, aparentemente albañiles que se dedicarán también a la construcción
de catedrales, pero pronto Telmo descubrirá la verdad: ellos son tres soldados
templarios que le explican que la financiación para la realización de la
catedral estaría a cargo de la Orden del Águila de San Juan, desaparecida
durante mucho tiempo y que, según cuenta Erik, protegió la huida del traidor
que robó el tesoro guardado y presidiado por los Templarios en Tierra Santa durante
las cruzadas.
En unas pocas páginas, ya que estamos solo en el capítulo 4, César
Mallorquí nos ha permitido adentrarnos en una acción de misterio, crimen y macabros
hechos: las condiciones de peligro para los viajantes en la Edad Media (“Pero
sobre todo pretendo cruzar los Pirineos rápido. Las montañas están llenas de
peligros”, pág. 51), la emboscada de Folco y sus compinches después de su
derrota con el juego de los dedos en la taberna, la violencia y la sangre de la
siguiente pelea con Erik, Gunnar y Loki, etc.; pero también nos presenta los
intereses económicos que subyacen a las cruzadas a través del cuento de Erik:
“confiaban sus tesoros al Temple, pues la Orden, a cambio de una comisión, se
ocupaba de transportarlos a Occidente en su flota de guerra” (pág. 60). Con la
llegada al poblado de Kerloch, en cambio, Mallorquí sigue profundizando su
inspección en el mundo de los constructores e “imagineros” de las catedrales: fases,
aspectos, partes, tiempos de realización y descripciones muy pormenorizadas,
vívidas, que nos permiten imaginárnoslas (véanse, por ejemplo, pág.76 con la presentación
del exterior de Kerloch); además de los detalles que nos ofrece al comentar las
imágenes presentadas en el concurso de tallas, ganado por Telmo (pág.98), o
también en personajes emblemáticos de este mundo: Hugo de Gascuña, maestro
constructor o lathomus, maestro de obras según la lengua de los
romanos.
A continuación, se nos presentan dos personajes típicos de la época
medieval: Korrigan, el loco, que le demostrará un cariño sincero a Telmo (“pues
aquel pobre demente, cuya inocencia le hacía tan noble como un rey, me había
honrado con su amistad, pág. 136), e incluso será él el que le proporcionará la
información indispensable para descubrir
en donde se halla la "cámara secreta" (“Inter ut et sol porta
infernorum est”, pág. 135): como en la tradición carnavalesca de la literatura
medieval, la verdad yace en la boca de los locos. Otro personaje es el judío Abraham
Ben Mosset, que nos introduce en el universo de los prestamistas hebreos de la
época, repudiado por todos. Sin embargo, con este personaje, Mallorquí propone
una versión distinta, más honesta de esta civilización ya que se trata del
enviado del Papa para indagar sobre la desaparición de Thibaud, del que el
padre de Telmo le había hablado antes de empezar su viaje. Con este “golpe de
efecto”, totalmente inesperado, es como si el autor quisiera tachar los
prejuicios y fomentar la hermanidad. Este personaje, además, nos enseña el
mundo de la alquimia (hace experimentos con la pólvora), y como nos explica, se
trata de una ciencia oscura muy poco conocida en la época: “La alquimia no es
magia, Telmo. Cierto es que la practican los árabes y los chinos, pero también
los cristianos” (pág.107). A la vez, se presenta como cabalista: “La Cábala consiste
en examinar, según ciertas reglas, los textos sagrados, buscando en ellos
nuevas revelaciones. A veces, esas revelaciones adoptan la forma de profecías y
el estudioso logra percibir retazos del futuro” (pág.112), y después cuenta una
visión profética de un hebreo sobre la catedral, en la que aparecía Telmo, luchando
contra las fuerzas del mal. Y es precisamente lo que va a ocurrir.
En la última parte de la obra me parece que Mallorquí quiere poner de
relieve por lo menos otros dos temas fundamentales en la obra y, a mí parecer,
extremadamente instructivos para nuestros alumnos. La batalla final entre
aguilanos y templarios representa la lucha definitiva entre las fuerzas del
bien y del mal, y la visión de la Bestia en el cielo es el culmen del
esoterismo de la obra: “Puede que fuera un espejismo, pues apenas lo vi durante
una fracción de segundo, pero al instante supe, tan cierto como que al día
sigue la noche, que aquel ente abyecto era el mismísimo Diablo” (pág.204) y “vi
a un coloso con cuernos de ciervo (...) El océano hervía a su alrededor, como
si la Bestia estuviera en le centro de un gigantesco torbellino erizado de olas
(...) pero su monstruosa imagen me llenó de terror” (pág.212). Y justo cuando
se rompió la campana, el tifón desapareció: “las fuerzas del bien habían
triunfado sobre las hordas del mal (...) todos nosotros éramos los ejércitos de
la luz que, enfrentados a las tinieblas, habíamos salido triunfantes”. El
resultado, pues, fue el triunfo de Telmo, un joven que, tan solo con su ingenio
y astucia, supo cómo enfrentarse y pudo derrotar el mal.
Es evidente que los alumnos podrán identificarse con el protagonista, y
esta parece también ser la idea del autor, que transmite un modelo, ejemplo de
rectitud, a los lectores: a lo largo de la obra, no solamente Telmo muestra una
actitud íntegra, con una moral imperturbable, sino también demuestra un constante
afán de superación de las dificultades, no se contenta y busca la perfección.
Tan solo un adolescente, por ejemplo, gana la competición de tallas, batiendo a
otros maestros, con más experiencia y más cualificados, pero menos creativos,
menos inconvencionales. Podría resultar particularmente interesante a nivel
didáctico presentar el viaje iniciático cumplido por el joven protagonista, que
se enfrenta a violencia, muerte, misterio, con un coraje y una determinación
que le permiten no solamente alcanzar sus objetivos profesionales, sino también
triunfar ante las fuerzas del mal. Como si el autor quisiera decir que tan solo
con quererlo, a pesar de que todo nos parezca imposible, se puede conseguir lo
que deseamos, luchando y creyendo en nuestros valores.
Para lo que
concierne a una valoración crítica de la novela, me parece que el autor
demuestra toda su maestría no solamente a nivel de enlace, con una historia que
logra cautivar a los lectores desde el prólogo, sino también por la elección
del vocabulario: hay varias pruebas de palabras específicas de por lo menos dos
campos semánticos: religión/teología y términos relativos a la arquitectura, y
no se detiene, además, en utilizar latinismos, rasgo típico de la Edad Media.
En definitiva, me parece que la obra satisface un doble objetivo: pone de
relieve la ambientación medieval de la novela, para poder profundizar los
aspectos culturales más significativos, complemento ideal del curso de
literatura castellana de 3º de la ESO y, por esta misma ambientación, permite
motivar a los alumnos para la lectura, con temas como los Templarios, la
alquimia y el esoterismo, para que disfruten de una lectura placentera.
¡Holiis! :D
ResponderEliminarBueno, te hablo desde mi ignorancia, que tengo catorce añitos y justamente me he leído "La Catedral" porque me lo pusieron de lectura obligatorio, peeero... A mí me ha parecido una GRAAAAAN mierda.
¿"Es evidente que los alumnos podrán identificarse con el protagonista"? ¿Perdón? El protagonista es un repelente, dios mío. Quizá sea yo, que soy rara, pero me bastaron tres páginas leyendo al chaval ese para empezar a tirarme de los pelos. Además, ya sé que era la Edad Media y que la gente hablaba distinto, pero utilizar alguna vez "pero" en vez de "mas" no volvería al Pelma Yáñez ese más tonto, eh. Además, habla de una forma que no creo que sea adecuada a su clase social, utilizando todo el rato palabras del plano de "circunspecto" y parecidas... No sé, que alguien me corrija si me equivoco, pero no había colegios para enseñar a los chavales a usar la lengua con corrección y vivía en un poblacho en medio de la nada. No sé qué pinta hablando así.
Mira, dudo mucho que tú te hayas conseguido sentir identificado con nuestro gran amigo Telmo. Pues yo tendré una edad parecida a él, pero tampoco.
Y podría seguir explayándome, pero estoy prediendo el hilo del mensaje, así que mejor paso xD
Besoos
Iry
buena esa hahaha
Eliminareste libro no te invita a leer desde el principio parece muy aburrido...Para que un libro te guste debe ser bueno desde el principio no luego al final ponerse un poco interesante... yo me lo he leido por oblicación soy un alumno de 3 de eso.
ResponderEliminarHaber! Se supone que cada persona tiene sus gustos diferentes sino este mundo seria una completa mierda aburrida. Me parece muy estúpido y descortés que empecéis a hablar de este libro de esta manera ya que que si no van a decir nada constructivo mejor no escriban ni digan NADA!. Yo me leí el libro y esta bien merecido el premio de ganó Cesár Mallorquí por el, es uno de los mejores libros que he leído y con respecto a lo de que el libro debe de ser interesante al principio y no al final, tienes un poco de razón, eso demuestra que tal vez no lees mucho, porque todo lector sabe que los libros ''Aburridos'' al principio se convierten en los mejores libros.
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