lunes, 28 de enero de 2013

Caperucita en Manhattan, Carmen Martín Gaite



Todo el mundo conoce la historia de Caperucita roja, ya sea su versión inicial de Perrault o la posterior de los hermanos Grimm. La inocencia, el miedo o la precaución son conceptos que rememoran este clásico de la literatura infantil. Esta revisión, firmada por Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925), actualiza el texto tradicional situándolo en la metrópolis más famosa del mundo.

En Caperucita en Manhattan, la autora nos presenta a una caperucita, Sara Allen, que no es tan inocente, y a un lobo, mister Woolf, menos feroz de lo esperado. Aunque la verdadera protagonista de esta historia es la ciudad de Nueva York. De hecho, las primeras líneas del cuento son utilizadas para describir ese laberinto de rascacielos a través de los ojos de Sara, una niña de diez años que vive en el barrio de Brooklyn y que espera ansiosa la llegada de cada sábado para visitar a su abuela, la única que parece entenderla. Su madre, Vivian, encuentra verdades dificultades para comprender el mundo fantástico que inventa Sara día a día, e intenta inculcar a su hija los peligros que ella siente mientras atraviesan Manhattan.
Sin embargo, la rutina de esta caperucita contemporánea se verá afortunadamente alterada el día de su cumpleaños. La aparición de mister Woolf y, sobre todo, de su particular hada madrina, miss Lunatic, harán que las ansias de libertad de Sara se conviertan en realidad gracias a una tarta de fresas.
Las múltiples referencias a otros cuentos y obras clásicas, nos permiten hallar en este relato a una Sara Allen que no sólo es Caperucita, sino también Celia, Alicia, e, incluso, Robinson Crusoe. Así, Nueva York es a la vez un tenebroso bosque, un país de las maravillas y también una isla por descubrir.


La obra presenta la estructura propia de los cuentos: introducción (capítulos del uno al cinco), nudo (capítulos del seis al doce) y desenlace (capítulo trece). Esta forma de presentación tradicional de la historia facilita al lector juvenil el seguimiento de la trama y evita que pierda el hilo conductor. Además, existe una clara conexión entre todos los personajes que facilita ese seguimiento de la trama.

El tema principal gira en torno al tópico de la libertad, representado por la abuela Rebeca (Gloria Star) y miss Lunatic (madame Bartholdi), sirviendo esta última como inspiración para Sara Allen. Este es uno de los temas más recurrentes de las obras de literatura infantil y juvenil, pues los niños y jóvenes, generación tras generación, siempre se han quejado de la falta de ella. En el caso concreto de Sara, el mundo real no le satisface y es precisamente lo que no es capaz de percibir por sus sentidos, lo que provoca que su imaginación vuele e invente palabras llamadas farfanías. La realidad y la fantasía no tiene principio ni final: sólo existe un bucle continuo para la protagonista. De hecho, el narrador omnisciente nos muestra a una Sara descontenta con los finales de los libros.

A lo largo de los capítulos el lector descubre cómo la protagonista decide retar al mundo en el que vive y se enfrenta a las prohibiciones, aunque le cueste alguna que otra lágrima.
Como en todo libro de cuentos, el mundo de los niños y de los adultos se muestra, de nuevo, enfrentado. Por un lado, el choque entre Vivian y Sara es evidente, aunque la niña puede llegar a sentirse cómoda con otro tipo de adultos como su abuela o madame Bartholdi. Por otro, Sara tampoco consigue estar a gusto con otros niños de su edad, como su vecino Rod Taylor.

La importancia de la aparición en la obra de miss Lunatic, que representa el papel de antagonista, radica en que constituye el punto de unión entre caperucita, la abuela y el lobo, o lo que es lo mismo: Sara, Gloria Star y Mister Woolf. Sin su presencia ninguno de los personajes principales hallaría la felicidad. Cabe destacar en este apartado los sobrenombres de la abuela y la Liberad, pues en ellos se hace referencia a esa línea difuminada entre dos realidades paralelas, entre el pasado y el presente y, en definitiva, entre lo que somos y nos gustaría volver a ser.

La autora también nos revela la ciudad de Nueva York como el escenario para la mejor de las películas, la de nuestra propia vida. En el capítulo nueve – 'Madame Bartholdi. Un rodaje de cine fallido'- se hace patente este hecho: al entrar en una de las cafeterías donde se estaba realizando un rodaje, el director queda prendado de la naturalidad de Sara y miss Lunatic y decide incluirlas en el rodaje. Una muestra más de lo difícil que es separar fantasía de realidad.

La influencia de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas es evidente al final de la obra, cuando Sara decide unirse a la estatua de la Libertad y llegar hasta ella a través del pasadizo secreto que le enseña miss Lunatic. Ese momento nos evoca el comienzo de la aventura de Alicia tras meterse en la madriguera del conejo. Con este final abierto, Carmen Martín Gaite deja la continuación de las aventuras de Sara a merced de la interpretación del lector. El final resulta oportuno para trabajar con los alumnos de secundaria nuevas opciones de creación textual aplicadas a este cuento.

Aunque la obra de Caperucita en Manhattan suela proponerse en 3º de ESO, creo que es más adecuada para el primer ciclo de esta etapa, por cercanía con la edad del personaje protagonista y porque no considero que su lectura suponga un reto para alumnos de más edad. El léxico utilizado es sencillo, primando en él los diálogos y las descripciones que tan adecuadamente nos acercan a los barrios de Nueva York.

Caperucita en Manhattan, más que un libro, se erige como una guía de viajes al país de la fantasía cuyo reino está en manos de la Libertad. Se trata de la obra perfecta para todo aquel que piense que ya es demasiado mayor para leer cuentos.

Silvia Muñoz Cuello

2 comentarios:

  1. esto no es un resumen es una mierdaaaaaaaaaaaaaaaa😈😈😈😈😈😈😈😈🌚‼‼‼‼‼‼‼‼‼‼‼‼‼‼

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    1. yo me te4ngo q leer este libro q es un rollo para mañana y ni he comenzado y son las 17:1 y yo me distraigo con solo ver a mi hermana

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